RANCHERIASTEREO

martes, 20 de octubre de 2020

SONIA BAZANTA VIDES "Totó la Momposina"


Por: Felix Carrillo Hinojosa.

Su nombre real se perdió entre los golpes constantes de sus ancestros, en un mundo donde ha mandado los tambores como única forma de comunicación entre los pueblos. De esa cultura anfibia que el sabio Fals Borda defendió, surgen los diálogos más sinceros entre los pequeños afluentes a los más poderosos ríos y de estos a nuestros mares. Muchas músicas nacen ahí, que le ha permitido a tantas generaciones recogerla y llevarla a los lugares más lejanos, donde no saben de nuestra existencia.

Ese lenguaje de cantos y tambores ha hecho que ritmos como la cumbia, bullerengue, puya, gaitas, chalupa, garabato, mapale, sones, guaracha, rumba y sexteto, terminaran influenciando su mundo, donde su madre bailarina y cantante en una rueda de ritmos danzó con el que sería su padre, quien en un rebruge de fuertes y matizadas percusiones, le señalaron los caminos por los que ha transitado por más de siete décadas.

Ese "To-To", sonoro y seco sonido de los tambores la bautizó e invitó a recoger, los enigmas que encierra la depresión Momposina, y en un tributo a tanta riqueza de esos pueblos ribereños, se vistió como ellos y se llenó de su música eterna.

En cada escenario, ella camina despacio como si se tratara de una elevación al más allá, donde su voz logra matizar tantas tonadas de notas largas, que son respaldas por los acordes que sus músicos de siempre saben dar.

Su timbre cálido de mujer Caribe revive lo que por tradición ha heredado. Son cuentos, cuyas historias tienen música, unas veces lentas y adoloridas como si estuviera narrando la muerte de tanta gente buena, otras, alegres, punzantes, reclamadoras e invitadoras al baile, que también es otra forma de decirle al mundo que estamos vivos.

De su pueblo salió junto a su familia, bajo el signo violento del éxodo, que saca de su entorno natural a la gente indefensa y olvidada por el centralismo. Ella lo vivió en varios momentos de su vida, al estar en un sitio y luego en otros, en busca de un mejor vivir junto a los suyos, sin apartarse de su ideal lleno de danzas, ritmos y cantos.

En 1964 llegó a la fría capital. Junto con sus padres y hermanos conformó su primer grupo, con el que empezó a caminar en la construcción de su propia historia.

Estudió música en el conservatorio de la Universidad Nacional, que amplió en la Sorbona de París, instituciones de Santiago de Cuba y la Habana. Todo eso, la ha llevado a convertirse en una verdadera líder en la defensa de las músicas que generan identidad, recorriendo pueblos para que esos andares, saberes y decires no se pierdan.

Cada vez que ella canta, es una convocatoria a la defensa de la música colombiana, que se ha mantenido por la laboriosa tarea de sus creadores e intérpretes, que por falta de serias construcciones de cara a las comunidades, muchas de ellas se han perdido.

Ella es rebelde y no le da miedo decir sus verdades, que no son más que las voces de los pueblos, que le dieron esa responsabilidad de defenderlos en los escenarios, a donde ella llega con su canto.
Ella lleva en la garganta, una fina flauta que Dios le dio como dice el verso, de uno de los tantos creadores que nutren el espíritu de la Patria. Así se ha paseado por tantos lugares del mundo, llevando lo que nació con ella. Sus variadas producciones, diez en total, hechas en Colombia y otros lugares del mundo, le ha permitido ser nominada en cuatro ocasiones al Grammy Latino y ganar ese gramófono en dos oportunidades, para bien de esa música del Caribe que nos representa.

Ella es una peleadora de su esencia, donde avanza sin perder el norte de su mágica música. En el 2011 obtuvo el premio Nacional vida y obra que otorga el ministerio de cultura, que es el reconocimiento a los espíritus africanos e indígenas, que son múltiples en lo rítmico que encierra su cuerpo y permanecen ahí, no se han ido, así como ella, que es una danza de variados colores que representa a la Colombia diversa, multicultural que como un arcoíris camina con brío, en los diversos lugares donde su naturaleza avanzante le permite llegar"
(Sonia Bazanta Vides "Totó la Momposina" nació en Talaigua Nueva, Bolívar, el 1 de agosto de 1940. Padres Libia Vides y Daniel Bazanta).

lunes, 19 de octubre de 2020

ESPERANZA ACEVEDO OSSA "VICKY" Y SU POBRE GORRIÓN


Por: Félix Carrillo Hinojosa "Fercahino"

Su madre, una ama de casa bondadosa y de risa infantil permanente y su padre, un líder de la vieja usanza política y alcalde de su pueblo, decidieron llevarla a la pila bautismal como su esperanza especial, sin pensar que años después, un empresario del espectáculo le cambiaría el nombre, para darle alas a todo el arte que su alma tenía.

Por causa de la violencia que nos ha acompañado por varios siglos, sus padres emigraron con sus tres hijos, dos varones y su esperanza. En esa Palmira señorial, de inicios de la década del 50 del siglo pasado, comenzó su mundo artístico mientras bordaba manteles como tarea en el Colegio de las Monjas Vicentinas. Allí estudió la primaria y se dedicó a coleccionar medallas de las vírgenes, al tiempo que se pegaba al radio de tubos Telefunken, que para escucharlo debía estar caliente, donde los pasodobles, tangos, vals y boleros, llenaban el gusto musical de su progenitor y de paso, la acercaba al mundo de las voces y orquestación representada por los artistas del momento. Uno de esos ídolos fue Carlos Julio Ramírez, a quien un día su madre encontró imitando con un palo a manera de micrófono y moviéndose como si estuviera en un escenario de verdad. La dejó por varios minutos hasta que terminó de cantar. Se sorprendió cuando se volteó y de frente le dijo, "voy a ser cantante". "Ni que la escuche su padre. Póngase a hacer sus tareas y no se diga más.

Ese primer decir de su inquietud musical, no se frenó ahí. Era la primera en organizar las rondas musicales en su colegio y como cierre, cantaba las baladas de Leonardo Fabio, el rock and roll de Elvis Presley y las del dueto Antaño.

Su adolescencia estuvo agitada, por las constantes pretensiones de los jóvenes de su edad, en las que fue selectiva y de pocos amores.

Al llegar a Bogotá en los años sesenta con su madre y hermanos, se encontró con su prima Alicia Uribe, quien le contó del programa radial que mostraba nuevos talentos. Ese programa era el Club del Clan que se hacía en Radio Cordillera. Ella trabajaba en el Banco del Estado donde sus compañeros le descubrieron sus dones cantorales y su afición como espectadora de ese programa. Ellos fueron quienes incidieron para que cantara. Era un programa en vivo y empezaron a corear: "que cante esperanza, que cante". Ante la insistencia de sus compañeros, Guillermo Hinestroza, director del programa la invitó a cantar, a lo que se negó. Todo no quedó ahí, porque el director con su olfato de buscador de estrellas, la mandó a ensayar detrás del escenario, con el permiso de su señora madre, ella eligió cantar "Mi baby" una canción que estaba pegada. Al subir al escenario, llena de nervios, el director la presentó como si fuera una reconocida estrella de la canción, "Señoras y señores, con ustedes la sensacional, la espectacular, la única, Vicky". Ese fue el bautizo musical que le dio Guillermo Hinestroza en 1965 y así se quedó para siempre.


Este primer logro la llevó dos años después al disco y fue la empresa Sonolux donde grabó "Llorando estoy", cuyo acetato se vendió de tal manera, que a todos sorprendió. Su primera presentación en Televisión lo hizo en el programa "Variedades" dirigido por Gloria Valencia de Castaño, por lo que le pagaron mil pesos.

Este primer logro musical estuvo empañado, por la malquerencia de un grupo de colegas, que la señalaron de unas situaciones de mal gusto, que la llevaron a una ausencia de siete años del disco y las presentaciones en vivo.

A su regreso en 1973, después de estar en Venezuela donde una tía, es Alfonso Lizarazo quien anunció con bombos y platillos su regreso. Ese momento se nutrió con nuevas obras cuyo éxito no se hizo esperar a través de canciones como "Las estaciones", "Tan sola", "Lloraré", "Amigo caminante".

Seis años después produce su obra cumbre, que surge de la observación que hizo de un gorrión parado en la reja del antejardín, al que le caía una llovizna. Eso la volvió sensible y la comparó con su propia vida.

Siempre consideró a sus canciones como las hijas que nunca tuvo. En uno de esos arranques propios de su mundo jocoso, consideró que "hacer canciones es como parir por la cabeza".
Renuente al matrimonio, se embarcó en varios romances que le nutrieron su alma musical, pero que la llevaron a una soledad programada.

Al partir su señora madre, la artista entró en una desazón que la alejó de mostrar nuevas canciones y unas pocas ganas de continuar en el mundo de la vida.

En medio de su vida agitada, en donde le dedico más de cuatro décadas a la música, y ser considerada por los críticos musicales como "la Mari Trini" de Colombia, un día se dedicó a escribir el libro "Pobre Gorrión" a manera de autobiografía, donde está lo divino y lo humano de una mujer que al escribir desnudaba el alma, que muchos vieron como antipática, pero quienes tuvimos la fortuna de tenerla cerca, sabemos que su carácter iba de frente y no se escondía para decir si o no.
Su obra está en el catálogo de lo clásico de una música que como la balada, la tiene a ella, como una cantautora de grandes kilates.

Sus seguidores se han renovado en el tiempo, pero sus creaciones siguen plegadas al alma nacional, que la vio partir cuando sus pulmones le jugaron una mala pasada y le negaron el tiempo necesario para seguir viviendo"
(Esperanza Acevedo Ossa "Vicky" nació en Anserma Nuevo el 11 de noviembre de 1947 y falleció en Bogotá, el 15 de marzo de 2017. Padres Graciela Ossa y Saulo Acevedo Arboleda).