RANCHERIASTEREO

martes, 19 de septiembre de 2023

"LOSCANTOS DE HERNANDO MARÍN SIGUEN PEGADOS EN EL CORAZÓN DEL PUEBLO"


Por: Juan Rincón Vanegas

El cantante del pueblo nació un domingo de 1946, exactamente el 1ero de septiembre de ese año agitado por los estertores de la Segunda Guerra Mundial. Vino al mundo en el corregimiento de El Tablazo, jurisdicción del municipio de San Juan del Cesar, departamento de La Guajira, donde sin ningún tipo de influencia desarrolló su particular habilidad de compositor y cantautor provinciano…

Podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que su legado atraviesa transversalmente a nuestro folclor, las composiciones de Marín Lacouture han adoptado diferentes intérpretes, de manera que podemos decir que el vallenato se sustenta en gran parte en la herencia que Nando Marín construyó paso a paso, entre su natal Guajira y su viejo Valledupar.

Es considerado por muchos compositores y críticos como el más importante compositor de la llamada “canción romántica guajira” y de lo que se conoce como el “romanticismo vallenato”.

Gozamos de Nando Marín gracias a aquel personaje guajiro, alcahueta de muchas parrandas decisivas en la historia del vallenato, José Parodi, quien en su famoso Kiosco Parrandero, en la mágica guajira, permitió algunos de los más excelsos momentos del folclor.

Entonces el sanjuanero José Parodi (Joseíto) fue quién lo descubrió en el Tablazo y lo llevó a concursar al Festival del Fique en La Junta-La Guajira en el año de 1974, ganando el concurso de la canción inédita con el tema “Vallenato y Guajiro”. Desde allí se inició una rutilante carrera que lo llevó al sitial de los más grandes autores vallenatos de todos los tiempos.

Hernando Marín ante todo fue un cantor comprometido, humilde, de gran carisma y capacidad retórica; los que lo conocieron de cerca afirman que tenía gran habilidad para expresarse, le fluía el verbo en sus canciones… Constatan allegados que podía escribir una canción en un dosportrés; era un fenómeno provinciano, un intelectual popular salido de las entrañas del campo colombiano. Desde joven aprendió a sortear la agreste vida en el campo, lo cual le dio carácter y perseverancia.

El carisma y la actitud parrandera de Marín Lacouture le permitieron ser un personaje codiciado por mujeres y hombres también. La gente quería estar con él, parrandear con él, beber con él; era una especie de personaje imprescindible para sus amigos. Marín se caracterizó y como un excelente parrandero y amigo de los grandes que tuvo la música del acordeón, como haciendo apología al maestro Rafael Escalona, porque Nando era amigo de sus amigos.

Hernando José Marín Lacouture se pintó de cuerpo entero llegándole enseguida la inspiración para hacerle canciones a su querida Guajira con aristas en distintos pueblos, a las desigualdades en su comarca las graficó de manera directa, a las mujeres las pechichó en su noble corazón y siempre soñó ver juntas a una mujer blanca con una negra.


En cierta ocasión se dio a la tarea de mirarse por dentro y al llevar esa experiencia a su pensamiento, después de moldearla con su guitarra escribió:


“Este es el verso que motiva el sentimiento de un hombre que se ha entregado sin medida. Yo descubrí en el polen de una flor la huella que dejó un suspiro enamorado.
Yo descubrí en el espacio de Dios la primera canción de mi pueblo olvidado.
Ese soy yo el que hace una canción cuando está enamorado.
Ese soy yo al que le sobra valor para cantar llorando”.

La inspiración en aquel glorioso instante no hizo pausa en el cerebro del compositor y continuó. “En mi no existe la traición ni el desengaño, porque soy una canción en hora buena. Y mi poema reflejo de luna llena, es la imagen clara de un retrato hablado porque soy hecho con un pedazo de verso. Yo nací de un primer beso porque soy el mayor de mis hermanos”.

En el álbum de sus canciones quedó una pegada al alma de Valledupar, esa tierra donde vivió muchos años, y alcanzó el más sonoro triunfo en el Festival de la Leyenda Vallenata del año 1992.

En la extraordinaria canción ‘Valledupar del alma’, esbozó todo el significado del folclor vallenato, y sobre la tierra donde echó raíces hasta florecer en el pentagrama mundial.

Cancioneros del Valle que alegran las tardes con ardientes sones, hoy les pido que canten para que relaten sus inspiraciones. Vengan cancioneros de mi pueblo con la música que llena de alegría los corazones. Vamos a poner en cada coro una nota del tesoro que tienen los acordeones. Vamos a llevar en cada canto un mensaje de felicidad, para que mi pueblo vallenato sea el espejo donde el mundo hoy se tenga que mirar.

En la segunda estrofa invitó a todos para que vinieran a Valledupar, la tierra de los más bellos abriles, de los cañaguates, los acordeones, los mitos, las leyendas, la poesía en su mayor exquisitez y donde se trabaja cantando.

Hernando Marín era de cuna humilde, trabajador del campo y conocía de cerca todos los esfuerzos que se hacían para salir adelante. Por eso entre sus cantos tuvieron lugar los episodios que encontraba a la vera del camino.

Es así como en el año 1990 el trovador del pueblo, pidió que el mundo fuera más pequeño, estuviera cerquita del cielo y se pudiera cambiar la guerra por paz y amor.

Diomedes Díaz y Juancho Rois hicieron eco de su clamor de paz y ese mismo año le grabaron la canción ‘Canta conmigo’ que marcó la pauta porque se encendía la llama de la esperanza y el reconcilio entre los colombianos.


La canción "Canta conmigo" tuvo tanta influencia en la vida del compositor que solicitó ser interpretada cuando se le agotaran sus días en la tierra, hecho que sucedió el cinco de septiembre de 1999, y a través de esa obra volver a invitar al pueblo a cantar y untarse de paz. Se cumplió su voluntad porque en su sepelio la letra de la canción fue repartida en la plaza Alfonso López de Valledupar y todos la entonaron:


“Canta conmigo mi pueblo y el viejo Valledupar.

Canta que tu canto es como la luz del cielo,

canta porque tú naciste para cantar”.



A Nando Marín, como lo llamaban sus más allegados, pocas veces el hilo conductor de la inspiración lo sacó de su amado territorio y pudo cantar infinidad de canciones.

 Ese mismo que embarcado en el tren de sus realidades poéticas y sinceras declaró: “La espada para mi lucha es mi corazón alegre, y mi caballo guerrero la letra de mis canciones. El himno de mi victoria es un conjunto de acordeones y voy llevando mi bandera aquí en mi tierra y fuera de ella, porque soy invencible”.

Las canciones de Hernando Marín siguen pegadas en el corazón del pueblo, porque tuvo la virtud de andar con paso firme por sus facetas de hombre romántico, crítico, costumbrista y picaresco. Además, dejó la mayor constancia en una de sus frases célebres: “Más vale llegar a ser, que el haber nacido siendo”.

El mismo Hernando José Marín Lacouture se autodenominó el “cantante del pueblo” en su famosísima canción La ley del embudo (canción que traspasó fronteras, se convirtió en el himno de los más desvalidos y hasta del M19), que habla sobre los problemas sociales acuciantes y la desigualdad existente entre los más ricos y los más pobres; los primeros, con lo “ancho pa’ ellos” y, los segundos, con “lo angosto”.

El repertorio que nos dejó es inmenso. Todas esas canciones han sido interpretadas, como se dijo, por los más variados cantantes del vallenato: el legado de Marín permea todo el género, con canciones en distintos ritmos, de manera contundente. Quizás hayan escuchado un buen vallenato y lo tengan grabado en su cabeza, y lo más probable, es que sea composición de Hernando Marín.