Por: Ángel Massiris
Cabeza
Nota: Este
artículo incluye avances de la investigación actualmente en curso titulada
“geopoesía y lírica romántica en la obra de Rosendo Romero Ospino, el poeta del
camino” cuyo libro está en las librerías en todo el país .
“…Pienso que no en
vano perdí las mejores tardes de mis vacaciones estudiantiles, cantando sobre
las piedras y los barrancos del río…escogí los caminos de la sierra para cantar
todo lo que se me ocurría, desde el río Los quemaos hasta las piedras blancas;
cruzaba los matarratones y los aguacatales de Bivia hasta el Cerro e’ Nayo,
improvisando versos con todo lo que veía entre la yaragua y el nido, sobre el
guamo y los naranjos, entre la mora y la pirula, el ajenjo y el capacho. Allá
en esos lugares enterré en el tronco de los pomarrosos mis primeras melodías
envueltas en aromas serranas. Es claro que en mí nunca morirán las alturas de
la cordillera, palpitarán en mi pecho como símbolo de amor, ternura y paz;
porque así he querido a mi región, porque así quiero a mi música, porque así
quiero a mi gente. Mis canciones siempre están llenas de lugares… son un racimo
de sueños y vivencias arrancadas a una buena realidad de mi existencia. El
sentimiento vallenato a la luz del alma…” (Extracto de la reflexión
introspectiva del poeta Rosendo Romero publicada en el año 1981 en la portada
trasera del LP Rosendo Interpreta a Rosendo).
Introducción
Rosendo Romero
Ospino es un autor, compositor, cantante, acordeonista y productor de música
vallenata del Caribe colombiano, nacido en Villanueva (La Guajira, Colombia) el
14 de junio de 1953, en el hogar conformado por Ana Antonia Ospino (La Nuñe) y
Escolástico Romero Villarreal. Su infancia y adolescencia se desarrolló en un
movimiento constante entre su Barrio El Cafetal de su natal Villanueva y la
Serranía del Perijá donde desarrollaba labores agrícolas en apoyo a sus padres.
Fue en su andar por los caminos reales y senderos de la sierra, donde se forjó
la inspiración de gran parte de su poemario lírico romántico, que hoy se acerca
a las 220 canciones. Puede afirmarse, parafraseando al poeta Antonio Machado,
que Rosendo Romero Ospino ha hecho poesía al andar. Esto se desprende del
extracto de la reflexión introspectiva hecha por el poeta Romero en el año
1981, con la que se inicia este artículo, en la que textualmente afirma:” escogí
los caminos de la sierra para cantar todo lo que se me ocurría” y seguidamente hace
referencia a lugares y elementos del paisaje que encontraba a su paso, con los
que establecía una relación empática de la que surgía su inspiración, asociada
a sentimientos amorosos motivados por la mujer de su tierra y por su gente,
imbricados con el paisaje, el firmamento, los cuerpos celestes y el movimiento
cósmico, en una tríada mujer (amor)-paisaje-cosmos que define la esencia
romántica de su lírica poética.
Rosendo Romero en
su juventud temprana, haciendo un alto en el camino, cerquita al río, frente a
la sierra, escenario en el que creó muchas de sus canciones. Foto: Tomada de la
portada trasera del disco de larga duración Rosendo interpreta a Rosendo, 1981.
Las referencias al
camino son recurrentes en la poética de Rosendo Romero Ospino. En la investigación
que se está realizando se han identificado, hasta ahora, 50 canciones en las
que existen alusiones explícita al camino, en las cuales subyacen recuerdos y
vivencias del poeta por los senderos y caminos reales del municipio de
Villanueva y la serranía del Perijá. A continuación se muestran cinco ejemplos:
En la canción
“Imágenes de poesía” el poeta expresa: El guayabo en los caminos florecerá /
hermosa será la tarde del cielo azul / tú en medio de todo, siempre perfumada
amorosa y tierna / tú la brisa caliente, en un pueblo solo en noches de
estrellas.
En la canción “Mi
poema” dice: Yo te buscare en la noche, noche transparente / y en la pintura
salvaje del camino real / sé que te voy a encontrar esperándome siempre /
entonces que me importa el mundo si tu amor vendrá.
En la canción
“Frases de amor” el poeta enuncia: Oye mi amor, el poeta de mi tierra / tiene en
su voz estrellas y rosas por amores / tiene por alma su pueblo en el camino /
sonríe muy sencillo haciendo sus canciones.
En la canción “La
marquesina” expresa: No esperaré que el sol se asome allá en el cerro / y aquel
laurel me dé su sombra en el camino / No esperaré que el cielo azul se vuelva
negro / para poner entre tus manos mi destino.
En la canción
“Romancero alegre” dice: Los colores del pasto en verano / tienen la nostalgia
de poesía de amor / y el camino se ve allá en la sierra / entre nubes blancas
que dicen adiós.
No hay duda que el
andar por los caminos de la sierra es un elemento relevante en la naturaleza de
la lírica romántica y la geopoesía de Rosendo Romero Ospino, pues como se
plantea más adelante, es en el contacto íntimo del poeta con el paisaje en su
caminar, donde se han construido los imaginarios y sensibilidades que no solo
se reflejan en su lírica sino también en su ser, en su personalidad, una
personalidad en la que, como lo describe Ismael Rudas Mieles:
“No hay cabida para
el odio, la traición, el engaño, la maldad ni la envidia, porque su condición
de hombre bueno, recto, y de costumbres sanas, lo mantienen desprevenido al
asomo de toda mala intención, lo que le permite ser un hombre de paz, un buen
hijo, buen esposo, buen hermano, buen amigo, incapaz de hablar mal de alguien;
porque su corazón de poeta lo mantiene al margen de lo que pueda parecerle un
mal ejemplo” (Rudas, 2019).
Consultado el poeta
Rosendo sobre la recurrencia de las alusiones al camino en su poética, éste lo
asocia con un accidente vivido cuando apenas tenía unos meses de haber nacido,
hecho que al parecer quedó grabado en su inconsciente. Cuenta el poeta que su
madre, se transportaba a lomo de mula con él en sus brazos, por la parte alta
de la montaña, la mula resbaló y su madre en un acto valeroso, reflejo de
supervivencia, tuvo la agilidad suficiente para poner el niño en el camino,
evitando que rodara con ella y la mula cuesta abajo. Las heridas sufridas por
su madre fueron severas, quedando inmovilizada en el fondo del abismo, mientras
el bebe lloraba en el camino. Un compadre de su madre que arriaba unos animales
se percató del llanto del niño, mientras los animales se detenían,
inexplicablemente, para observar al bebé en su incesante pataleo y llanto. El
arriero llegó al lugar percatándose de la tragedia e identificando al niño.
Observó a su comadre en el fondo del abismo, quien fuertemente herida,
adolorida e inmóvil solo alcanzaba a balbucear algunas palabras ante el llamado
del compadre. Con el niño en sus brazos el arriero bajó, con sumo cuidado,
hasta llegar al lugar donde estaba su comadre y, posteriormente, otros
caminantes llegaron para dar auxilio.
La vivencia
anterior, ayuda a comprender la fuerte atracción que el camino ha ejercido
sobre el poeta Rosendo. Cuenta el poeta que en su trasegar por la sierra veía
los caminos como si fueran “heridas de los cerros”, le gustaba ver las curvas
de los caminos, su serpentear mientras bajaba de la sierra, lo cual percibía
como algo romántico, bello. Caminar hacia la sierra es para el poeta como
“caminar hacia la gloria”, algo maravilloso. Su gusto por el andar, lo expresa
en la canción “En un rincón del mundo” donde dice que “quisiera ser un hombre
veraneante / un emigrante por todo el mundo / y dormirme en el camino / en
cualquier parte, mi cansancio de errabundo.
Todos los elementos
anteriores nos permiten denominar a Rosendo Romero Ospino como El poeta del
camino. Denominación que no riñe con el tradicional apelativo de El poeta de
Villanueva, en atención a que este último es la manifestación del cariño y
aprecio de los villanueveros por su poeta y el primero se asocia más con la
naturaleza de su poética.
La relevancia del
andar los caminos de la sierra, cobra mayor sentido en la poética de Rosendo
Romero, cuando se interrelaciona con los elementos amorosos, paisajísticos y
cósmicos presentes en lo que hemos llamado la tríada Mujer
(amor)-paisaje-cosmos que define la esencia de la lírica romántica de su
poética, la cual se enmarca en el término geopoesía.
La Geopoesía es un
concepto utilizado en investigaciones de frontera, en la que confluyen
conocimientos de tipo literario y geográfico-cultural, en la búsqueda de
comprensión de los vínculos entre la imaginación poética y el paisaje visto a
través de sentimientos y valores plasmados en poemas. En palabras de Kozel
(2012) se trata de una “geopoética de los paisajes” que resulta de “mirar,
sentir y oír la naturaleza” de la que resultan percepciones a las que el poeta
le pone alma, emoción y sentimientos que, en el caso de la música vallenata, se
plasman en canciones con un alto sentimiento estético.
En la geopoesía
vallenata, los elementos visuales, sonoros, odoríferos y táctiles del paisaje,
median entre lo finito (mujer, familia, amigos, folclor, parrandas) y lo
infinito (cielo, universo, cosmos), lo cual se plasma en lugares y/o elementos
que para el poeta tienen alma: río, sierra, cerro, camino, flores, pájaros,
árboles, sol, luna, estrellas, etc.; los cuales le producen diversas
percepciones, sensaciones, emociones, sentimientos y significados. Tales hechos
ocurren no solo como resultado de la contemplación de las formas visibles del
paisaje, sino en conjunto con la percepción de sonidos, colores, olores y
movimientos, tanto espaciales como temporales; los cuales activan recuerdos,
imágenes y sensibilidades que resultan en versos y estrofas en los que, a
través de metáforas, símiles, alegorías, hipérboles y prosopopeyas surgen las
canciones; mediante las que el poeta describe sus sentimientos, en gran medida,
asociados con vivencias o experiencias amorosas.
La obra poética
musical de Rosendo Romero Ospino es una muestra representativa de geopoesía
vallenata. Puede afirmarse que a través de los senderos, peñascos, lugares y
paisajes percibidos por el poeta Rosendo en su caminar, éste desnuda su alma,
sus emociones y sentimientos. Se trata de una conexión empática
paisaje-cosmos-mujer-poeta en la que los sonidos naturales (paisaje sonoro) de
los ríos, del viento, de los pájaros; las formas del paisaje: montañas, cerros,
nevados, cafetales, maizales, naranjales, flores, plantas y arbustos; los movimientos
del espacio sideral: día, noche, aurora, alborada, amanecer, atardecer,
arrebol, estaciones, nubes y lluvia; el firmamento y los cuerpos celestes: sol,
luna, estrellas y las emociones producidas por los ojos, la boca, los labios,
la piel, el cabello, la sonrisa, la mirada, el rostro, los besos y la belleza
de una mujer; se transforman en líricas canciones románticas.
La geopoesía de
Rosendo Romero Ospino es una expresión de lo que el geógrafo francés Eric
Dardel denomina “geograficidad”, para referirse a la relación existencial entre
el ser humano y la tierra donde se desarrolla su vida, es decir la relación
entre el mundo material externo y el mundo interno del poeta (Lindon, 2016:
359). Es en el marco de la aprehensión subjetiva de ese mundo: mujer (amor)-paisaje-cosmos
que, como ya se ha dicho antes, ha surgido la inspiración del poeta del camino.
Dicha aprehensión manifiesta, además, el “sentido del lugar” expresado en los
significados del paisaje (camino, río, cerro, montaña, mujer, amigos, pueblo)
construidos a través de su vida social, en relación con su tierra, los cuales
guarda en su memoria y expresa en sus canciones. Los significados manifiestan,
a su vez, el “espacio vivido” del poeta, en cuanto espacio cargado de valores,
sentidos e identidad, a partir del cual se produce su territorialidad. Se
trata, entonces, de una geopoesía territorializada, en la medida que surge en
el marco de las relaciones del poeta con su entorno, en término identitarios,
bajo unas condiciones sociales y culturales determinadas, espacialmente
localizadas, de las que derivan sus emociones y sentimientos.
La
territorialización identitaria de la geopoética de Rosendo Romero es evidente
en muchas de sus canciones, como por ejemplo en la canción “Romancero Alegre”,
en la cual los sentimientos por su pueblo Villanueva se entremezclan con sus
emociones y coloquios amorosos, como se observa en los siguientes versos:
“Cuando aquellos viejos callejones de mi pueblo eran pedregales / mis poemas
brotaron del pecho, cual los pajarillos de los arrozales / hubo un tiempo en
que guardé silencio y guardé mi canto en lo profundo de mi alma / pero el
destello de unos ojos bellos me arrancaron notas y nuevas palabras.
Siguiendo al
geógrafo francés Guy di Meo, la territorialidad identitaria de la geopoesía de
Rosendo Romero es triescalar, en la medida en que involucra tres escalas
espaciales interrelacionadas: el espacio personal, el espacio-lugar y el
espacio-universo. En el espacio personal ocurren las vivencias amorosas y
experiencias familiares, de amistad, parrandas, etc. En el espacio-lugar se da
la conexión de estas vivencias con el paisaje y en el espacio-universo se da la
conexión emocional con los astros y los movimientos siderales que ocurren en el
cosmos y se proyectan en la tierra. A estos referentes mentales multiescalares
remiten las emociones, sentimientos e imaginario del poeta (Lindon, 2016:384).
La geopoesía de la
lírica romántica de Rosendo Romero se ha detectado en casi cien canciones de su
poemario musicalizado. Canciones tales como Villanuevera, Frases de amor, La
marquesina, Negra, La gran fiesta y Mi poema son un ejemplo.
En la canción
Villanuevera la geopoética es evidente en la estrofa siguiente: Mujer que
naciste en mi pueblo / cerquita al río frente a la sierra / por ti que el mar
se ve en su cielo / sobre tu sombra, villanuevera.
En la canción
Frases de amor esta geopesía se observa en versos tales como los siguientes:
Oye mi amor, el cantante de mi tierra / tiene por voz el río, y por alma la
sabana / y son sus versos, estrellas y rocío / por sombrero tiene el cielo y
por techo la montaña /. Por eso cuando canta emociona / parece un ruiseñor de
mañana…/ En los picos de las montañas / cuando el sol ya está declinando / se
ven formas entre las nubes / que tienen figuras extrañas / y se pintan con
arrebol /. Se ven formas de unos gigantes / un sombrero y un caminante / y de
pronto se ven las formas / de dos novios dándose un beso en la tarde muriendo
el sol /. Si no se pinta tu risa, yo lo haré / con pureza en la nevada, tu mi
amor / si la borra la noche, volveré / a hacerla con la aurora de un nuevo sol.
(Ver al final el artículo letra completa y audio de esta canción)
En la canción La
marquesina aparece en versos como estos: No esperaré que llegue el frío de la
nevada no esperaré que los ciruelos se deshojen / no esperaré que se
humedezca la sabana para poner entre tus manos mis canciones… Bañado con agua
y estrellas vi tus ojos / llorando aquel día mi vieja canción.
En la canción La
gran fiesta es evidente en los siguientes versos: Desde la sierra viene bajando
un aguacero se oculta el sol viene cubriendo todo el paisaje cual manto
blanco, blanco algodón desde mi barrio en Villanueva diviso el rayo y escucho
el trueno sopla la brisa con viento fuerte llega la lluvia el tiempo es mejor renacen mis alegrías contemplando los paisajes que son de la tierra mía, y
siempre van a inspirarme.
Finalmente, en la
canción Mi poema la geopoesía se observa en versos como estos: Esa mirada
profunda y misteriosa es / como los claros de luna entre sombras de almendro /
se encanta como un manantial entre juncos y helechos / romántica como la lluvia
de un atardecer.
El análisis de la
geopoesía de Rosendo Romero Ospino se comprende más al complementarse con
aspectos semiológicos, referidos a la semiosis del texto poético, mediante la
cual las unidades lingüísticas o palabras que conforman dicho texto, tienen un
determinado significado para el poeta, el cual determina el sentido del
mensaje.
Cada palabra o
signo utilizado en el texto poético tiene un significante o soporte material o
inmaterial y un significado o representación mental. Cuando el geopoeta expresa
en la canción Despedida de verano que le queda “un sabor a sol” con la ausencia
de su amada, está utilizando tres signos clave: sabor, sol y ausencia, cada uno
de los cuales tiene un significante y un significado. El significante de sol es
el de la estrella distante que irradia su luz sobre el planeta incidiendo en el
clima (calor, frío, humedad, vientos, lluvia, etc.), el significante de sabor
es la sensación percibida por el Yo poético y el de ausencia es el de la
persona que se alejó. El significado lo da la articulación de los tres
significantes, de lo que resultará una representación figurada mediante la cual
el poeta expresa metafóricamente una sensación quemante, no placentera; solo
comprensible en un contexto geográfico y vivencial como el de la zona
ecuatorial de la tierra, donde se ubica el Caribe colombiano; en el que la
perpendicularidad de los rayos del sol genera unas condiciones climáticas de
muy alta temperatura del aire que produce un calor percibido como canicular o
sofocante.
Pero no solo se
deben considerar los aspectos ambientales y físicos del paisaje y del cosmos en
la construcción de la imaginación poética, pues esto llevaría a una visión próxima
al determinismo geográfico; también es necesario tomar en cuenta el contexto
socioeconómico y cultural, como elemento decisivo en la construcción del
sentido del mensaje poético. En esta dirección tiene un alto valor la
experiencia de vida del poeta caminante en su tierra natal, bajo unas
condiciones socioeconómicas y culturales que son referentes en sus textos
poéticos