RANCHERIASTEREO

sábado, 6 de abril de 2019

LA LEYENDA QUE DIÒ ORIGEN AL NOMBRE DEL FESTIVAL VALLENATO

VICTOR CAMARILLO

Por: WILLIAM ROSADO RINCONES

/En una llanura linda de un valle muy rico Lo que sucedió

Una gente bien armada de tierra lejana la nuestra querían
Fue entonces cuando los indios al escuchar el grito que el jefe lanzó
Y por medio de emboscada y flecha envenenada ellos la defendían/

En este verso se sintetiza el sentir campesino de un compositor nacido en el barrio Cañaguate quien en medio de la devoción por su ‘guaricha’ (nombre con el que los indígenas llamaban a la virgen) y el nacimiento de una propuesta musical llamada Festival, quiso homenajear esta tradición oral que narraba un encuentro entre los nativos del Valle del Cacique Upar con los españoles conquistadores.

Este juglar de abarcas y ‘pata pintá’ se llamaba, Víctor Camarillo, dueño de una voz ronca y pausada, con la que sin ninguna técnica diafragmática, cantaba los aconteceres del viejo Valledupar, acompañado de un viejo acordeón, al que ‘macuquiaba’ apenas, para acompasar la germinación de su filosofía popular que tejía en versos.

El tema destaca La Leyenda Vallenata, episodio que evidenció el supuesto envenenamiento de la laguna Sicarare, en donde tradicionalmente tomaban agua los sedientos guerreros de la época y la que los indígenas envenenaron en venganza por un maltrato de los españoles a una nativa domesticada. Al llegar la tropa a orillas del reservorio, tomaron de este líquido y cayeron fulminantemente bajo los efectos del ‘barbasco’ una sustancia tóxica que era sacada de una planta, hasta que milagrosamente apareció la virgen y los revivió, así nació un episodio que fue bautizado como La Leyenda Vallenata.

En este marco histórico, se enclavó la manifestación folclórica llamada Festival Vallenato, evento que, un grupo quijotesco fundó con la idea de agrupar a los más connotados ejecutores del acordeón, quienes empíricamente habían creado unos aires vernáculos que, poco a poco se fueron infiltrando en el gusto regional y con los cuales amainaban sus diversiones, luego de que la clase popular de donde provenían estos ejecutores, fuera marginada de los exclusivos sitios de esparcimiento de una clase social dominante.

DÍA DE LA VIRGEN

No encontraron una fecha más propicia que el 29 de abril, Día de la Virgen del Rosario, la misma prodigiosa que según la leyenda, había hecho el milagro de la resurrección de los españoles envenenados por los indios Tupes, dueños de esta comarca antes de la llegada ibérica.

Así nació el primer Festival de La Leyenda Vallenata en la Plaza Alfonso López de Valledupar, en donde la amalgama: folclor y religión caminaron de la mano durante muchos años, con incluso, la escenificación de estos hechos, una guardia española, indígenas, guaricha, negros y capuchinos, quienes en una especie de teatro criollo resaltaban el acontecimiento.

Con el crecimiento del Festival, el aspecto religioso se fue desligando hasta quedar al margen de una programación que se volvió internacional, aunque las huestes de la congregación sigue en la actualidad mostrando ese legado histórico, pero ya sin los espacios correspondientes a la programación del Festival Vallenato.
El contenido de esta canción, quiso el autor que, se conociera por parte de las masas que ya mostraban su interés por el recién creado certamen que, en su primera versión de 1968 coronó a Alejandro Durán como el primer rey vallenato, quien se batió a pitos y notas con otras figuras portentosas de esa temporada tales como: Luis Enrique Martínez, Ovidio Granados, Emiliano Zuleta entre otros. El ensayo había pasado la prueba, y lo que acaba de nacer casi que empíricamente, reclamaba una continuidad y una reglamentación de la que adolecía.

LEYENDA VALLENATA

En efecto Víctor Camarillo, al año siguiente en 1969 cuando se crea la modalidad de canciones inéditas, como una manera de ventilar aquel acontecer del pasado, presentó una obra al concurso, pero no ganó, lo que molestó a las barras del barrio Cañaguate que en gran número llegaron a acompañar a Camarillo.

Al final ganó ese primer concurso de las canciones inéditas, el lírico compositor, Gustavo Gutiérrez Cabello con el tema ‘Rumores de Viejas Voces’, un premonitorio canto que, en ese entonces narró lo que hoy está ocurriendo en el folclor vallenato con la invasión de géneros foráneos que le han quitado el distintivo rupestre al vallenato.

/Ya se alejan las costumbres
Del viejo Valledupar
No dejes que alguien te cambie
El sentido musical/

Este traspiés no amilanó a Camarillo, quien siguió su vida parroquial en el entornó que amó, el barrio Cañaguate de sus amores, y en donde también integraba el elenco de los actores que personificaban la leyenda que le sirvió de inspiración, ahí era común verlo disfrazado de negro tal vez en honor a esa raza que llevaba condenada en su piel, otra veces de capuchino, el de la barba y que terminaba quemado en el rol del esa obra parroquial. En ese mismo entorno era protagonista de grandes parrandas, dándose el lujo de cantar solo canciones de su autoría.

El eco de ese gladiador criollo llegó a varios intérpretes de entonces, quienes lo buscaron en pos de las letras dicientes que disparaba este ‘francotirador’ del costumbrismo, cuyas melodías las extraía de su eterno acordeón, o de una dulzaina que no le faltaba en su inseparable mochila, con el acordeón, tenía la responsabilidad casi siempre, de regalar las melodías para que danzaran los Diablos en la temporada de Corpus Cristi, otra de las tradiciones atrincheradas en la conciencia vallenata.

LA GRABACIÓN 

Uno de los que catapultó su nombre y visibilizó ‘melódicamente’ la Leyenda Vallenata de Víctor Camarillo fue el músico sabanero Lisandro Meza, quien coincidencialmente, salió derrotado ese año en la categoría de acordeoneros profesionales por ‘Colacho’ Mendoza, a pesar de todo el respaldo popular que tenía, ganándose con eso, el mote de ‘El Rey sin Corona’. Pues bien, Lisandro no solo le grabó la canción, sino que, tituló el álbum con ese nombre, convirtiéndose en todo un suceso musical, lo que sirvió a su vez, no solo para destapar el talento de Camarillo, sino para que la gente conociera el fondo de ese mito y se supiera, por qué el Festival Vallenato se celebraba en esa fecha, y porqué se llama de: “La Leyenda”. 

La importancia de Víctor Camarillo se sustenta, no solo en haber contribuido con esta canción a proyectar el nombre del Festival y expandir el contenido de una historia que solo tenía como canal la tradición oral, sino que, con tal grabación que fue acopiada por otros grupos, las miradas voltearon a esta vitrina que se creció, atrayendo ópticas internacionales que le han dado prestigio a este evento.

Fue también jurado en muchas ocasiones de varios concursos en cuyas jornadas supo calificar las actuaciones de quienes tocaban y componían, sin la malicia tendenciosa que después se infiltró en algunos jueces que, torcieron resultados en detrimento de participantes que con talento caían frente a las voluntades piratas de quienes ostentaban estas responsabilidades.

Hoy, cuando abril asoma la mirada al fértil Valle de las melodías, al que le prestó una sede para acomodar en su calendario 4 días de lluvias melódicas, es apenas un compromiso, recordar estos personajes a los que a veces, se les niega un rincón, para que destellen sus aportes, a pesar del ocre vestido que les ponen los hábiles historiadores que, usufructúan condiciones, para resplandecer ellos con los rayos ajenos Camarillo fue tan vallenato como el Eccehomo al que tanto incienso le quemó o como el nazareno por quién tanta penitencia pagó o también, como la Virgen del Rosario por la que se convertía en negro o capuchino, para eternizar ese vallenatismo que cada vez más, lo arropan las fuerzas inmigrantes.

Fue tan apegado a las costumbres de su pueblo y sus festividades que hasta se le olvido casarse a este virtuoso de la música, dejando sin herederos, esa gracia, la que en época de carnaval también sacaba, para escenificar el emblemático personaje de Cantinflas, como mucho lo llamaron. 

Este compositor, arquitecto inédito del Festival Vallenato, nació un 18 de Septiembre de 1.926 en el barrio Cañaguate, alcanzó a ver garbadas unas 26 canciones, entre las más importantes están: ‘La Leyenda Vallenata”, “Los tres Fallecidos”, “El Fiel Amigo”, está última la grabó Rafael Orozco con Emilio Oviedo.

Como caso curioso, después del tema Leyenda Vallenata, Víctor Camarillo, se presentó seguidamente en 4 festivales sin ninguna figuración, hasta que, optó por convertir ese en colaborador del Festival como jurado.

Como vallenato raizal que se respete, su cuerpo reposa en el cementerio central de Valledupar, en donde fue sepultado el 23 de noviembre de 2010, un día después de su muerte tras el ataque de un derrame cerebral, lo único que pudo bajarlo de su eterna bicicleta, en la recorría silbando las calles de su barrio, en busca de las melodías perdidas en ese entorno de franqueza y cofradía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario