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jueves, 2 de mayo de 2019

EL FESTIVAL NO HA MUERTO


Por: Nico Duba.

El reciente fracaso económico del festival no es su final y mucho menos su desaparición como máxima expresión de la música vallenata. Al contrario,creo que como manifestación cultural,refleja los profundos cambios sociológicos que sufre la región y el país;por lo que amerita una inflexión y una reingeniería que lo ponga a tono con la modernidad .

Para comprender lo que puede estar sucediendo en el seno del Festival como organización, debemos remontarnos a sus inicios y evaluar los pro y los contra de sus 52 años de vida. El Festival nace y se reproduce como un apéndice de la política y del tráfico de influencias. No en vano la figura del hábil Alfonso López Miquelsen, aparece como su mentor. La utopía de Consuelo, la juglaría de Escalona, y la errancia mágica y literaria de Gabo, fueron aprovechadas por el político para idearse una fiesta que le generara los buenos dividendos electorales que en otros lares le daba la famosa fiesta del bambuco.

El festival es hijo de la política y al final es ese su talón de aquiles. Los nativos encontraron en el festival la llave maestra para horadar la impenetrable puerta de la politica nacional.

Sabemos que al calor del old parr y del aguardiente antioqueño ,para ser mas exacto, y por supuesto en la envolvente atmósfera musical de las parrandas vallenatas, se han gestado ministerios, candidaturas, descabezamientos y otros menesteres de la politica local y nacional. El caso mas notorio fue el empoderamiento y la proyección de un hombre tan mediocre como Edgardo Maya, a quien lograron posicionar en dos de los mas altos cargos de la vida pública nacional , sin tener mérito académico o profesional alguno; solo a base de tráfico de influencias. Edgardo al día de hoy no sabe ni redactar un poder, y viene de ser Procurador y Contralor General.

Ejemplos como este sobran. Alvaro Araujo Noguera, a quien aprecio , lo sabe mejor que yo, y gran favor nos haría si contara las memorias políticas del Festival y su entorno.


Consuelo, con todos los méritos que se merece, y lo digo sin querer afectar su buen nombre , se dejó permear de la influencia política, que al comienzo manejaba Alvaro y su hijo Sergio, y terminó utilizando el poder del festival para manejar a su antojo el poder político local. Lo hizo aprovechando la falta de personalidad de un hombre venal como Jhony Perez, alcalde de ésa época, a quién a cambio de blindaje judicial, le exigió la entrega de la vasta extencion urbana donde se construiría el Parque de la leyenda. El presupuesto y la asignación millonaria de recursos para la construcción del mal llamado templo de la música vallenata fue logrado al calor de parrandas festivaleras. Pastrana, Uribe, ministros y funcionarios venían al festival y se iban hechizados a dar aprobación a las partidas solicitadas. Lo mismo pasaba con los jefes de los órganos de control, que después se hacían los de la vista gorda frente a la ejecución de los recursos.

Así funcionó el festival por muchos años. Había tráfico de influencias para escoger jurados, para escoger reyes, para asignar kioscos, para los palcos , para regalar boletería. Alcaldes y gobernadores corruptos daban partidas millonarias al festival sin temor alguno porque Maya, ya empoderado, los protegía.

El Festival internamente era una organización de pobre desarrollo gerencial. Con una junta directiva de relleno, con personajes pusilánimes que a todo le decían sí, y que nunca han hecho otra cosa que firmar lo que decidiera la Cacica , y en los últimos tiempos su hijo Rodolfo.

El boom comercial de la música Vallenata, y su generación millonaria de recursos, desplazó los réditos políticos y convirtió al Festival en una mina de oro cuya explotación correspondió a los herederos de la Cacica. A pesar de la ponderación de Rodolfo, a quién le reconozco honradez y constancia, debo decir que en torno a la celebración, todo se mueve por dinero y por amiguismo. Se trata de favorecer a quienes sean mas allegados y se les niega la oportunidad a quienes estén por fuera de su círculo así estén sobrados de mérito. Ejemplo de ello es la visible y múltiple contratación a favor de Carlos Vives y de Silvestre, quienes año tras año vienen por sus millones y nos dejan, en el caso de Silvestre, una narcotizada perorata de peleonero de barrio, hablando sandeces que nada tienen que ver con el espectáculo por el que se le paga.

El Festival no está muerto. Considero que lo que está es vivo y fortalecido. Para aguantar los abusos de hoteleros , taxistas, vendedores y demás abusadores y especuladores hay que estar fuerte ,y el Festival ha demostrado que aún así permanece.

Los malos resultados de este año son producto de una mala organización y de una pésima regulación por parte del alcalde corrupto que tiene la ciudad .Cuantos negociados hay detrás de la aprobación de permisos y licencias para espectáculos? Al Festival lo han ido minando con tantas fiestas alternas, las cuales con alguna excepción como las tradicionales de Rìo Luna, club Valledupar y club campestre no deberían obtener licencia o permisos para esos días.

El Festival no está muerto y hay que ponerle su mejor vestido para que el año entrante brille y sea reivindicado como nuestra máxima expresión folclórica.

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