RANCHERIASTEREO

martes, 18 de diciembre de 2018

"Cogió el Camino a la montaña" Y MURIÓ SIN VOLVER AL PLAN


Por Antonio Daza Orozco



Pasaron más de 60 años de esa tarde cuando Simón, en su loca carrera pon salir de El Plan, dejo enganchado su sombrero en un peralejo y ni cuenta se dio.

Esa tarde, la hija única de Santa Salas Perea y Francisco Baquero, Sara Maria estaba embarbascada y resoplaba como leona herida por que su sobrino Simón le sacó un merengue el que llegó a sus oídos el día menos pensado y eso no le gustó nadita… llena de soberbia se levanto lentamente de taburete donde estaba reclinada, botó el tabaco que fumaba al suelo y dijo: “Díganle a ese muérgano que no lo quiero ver más en el Plan, que aquí no vuelva a poner un pie”.

Esa sentencia fue notificada a Simón, que conociendo a su tía precipitó su ida y en su loca carrera por la sabana, hacia La Quinta, su finca en la Sierra Montaña, se le quedo enganchado el viejo e inseparable sombrero sobre un peralejo…

La historia de esa “expulsión” comienza con una invitación que le hiciera Simón Salas a Rafael Escalona para que fuera a El Plan, que allá le guardaba un sancocho de gallina. A los poquitos días Rafael se tropezó en el Valle con la vieja Sara, y le comento de la invitación que le hiciera Simón, y esta de inmediato le respondió “Gallinazo, te brindara Simón, porque ni gallinas tiene”.

No se sabe cómo se enteró Simón de lo que su tía le dijo a Escalona y para desquitarse le compuso el mentado merengue que en una parte dice:


”Una señora del poblado y que se fue
a indisponerme con Escalona, allá en el Valle 
porque seguramente necesitaba un traje
a cambio de una tacita de café”.

Ya lo había cantado, acompañado de Juan Manuel Muegues, en una parranda, pero no quería que ella se enterara por temor y respeto Cuenta que cuando Sara Maria Salas la escuchó, llena de rabia, gritó: “Lo necesita ese sinvergüenza, que ni siquiera calzoncillos ha usado nunca”

Desde su atalaya, en “La Quinta”, su finca en la Sierra Montaña, Simón oteaba a lo lejos las luces del Plan, nostálgico, resentido pero con un deseo endemoniado por volver… en esas duro casi 10 años porque nada pudieron hacer Poncho Cotes y otros amigos por convencer a la terrible Sara Salas, ni siquiera el canto que compuso escalona “El destierro de Simón” en el que describe su soledad y la tristeza que tenia por poder volver a El Plan. A su regreso todavía encontró guapa a su tía y ni modo de acercarse a esa mujer, que en veces era dadivosa, festiva, amigable y en otras sobresalía su carácter fuerte y firme… 

Simón recordaba la última frase que ella le grito cuando corriendo salió del pueblo “No se te olvide que yo me llamo Sara, pero mi apelativo es María” y seguro él sabía lo que quiso decir… De nuevo Simón Salas en su tierra se sentía extraño y eso lo molestaba, un día partió sin deseos de volver… era su segundo destierro, este algo voluntario.

Después de más de 60 años de su segunda partida, Simón Salas Núñez quiso romper su juramento y volver al Plan, "es que a cierta edad los pensamientos se vuelven melancólicos como le ocurre a una persona a sus 96 años" nos dijo... 

Pero el locuaz acordeonero que también fue compositor, ese que Sara María Salas Baquero echó de El Plan y quiso siempre volver, la muerte le dijo que no... 


"A mí me gustaba también la música de viento y por eso mi mamá me llevó a Urumita, estaba muy pelao. Me puso un maestro en Urumita para que me enseñara y a mí me gustó fue la trompeta, pero pequeña. Me dieron un bajo grandote, ¡nombe! no sea pendejo, me dio rabia y mi mamá me llevó a la casa. No volví”, dijo Simón"

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