RANCHERIASTEREO

jueves, 12 de septiembre de 2013

ROMUALDO BRITO: EVOCACIÔN A LOS AÑOS DEL INDIO REBELDE

A cincuenta kilómetros al sur de Riohacha, se encuentra incrustado Treinta Tomarrazòn, corregimiento guajiro que  fácilmente podría entrar a los Guiness Records  entre los pueblos con los nombres más insólitos del mundo. En esta recóndita aldea de la vertiente oriental de la sierra nevada de Santa Marta,  fue donde Romualdo Brito pegó su primer  llanto un 15 de Marzo de 1953  el que fue sosegado por los brazos de Carmen Leticia López Pérez y Pedro Esteban Brito Díaz, hogar del que también brotaron 17 vástagos. El contexto local y familiar despertó en aquel niño la sensibilidad por la música. “Me inicié cantando rancheras desde los nueve años de edad, luego me dediqué a componer música vallenata. Mis primeras canciones las hice en un mismo día, en un cumpleaños de mi mamá. Los festejos de mi papá eran de una semana, invitaba a varios juglares, traía chirrínchi de contrabando de Maicao en unos barriles grandísimo, duraban dos semanas bebiendo y hasta que no se gastaran, no se  acababan la fiesta.” En estas famosas parrandas surtía el trago, tocaba la guacharaca y se abría a la creación musical. En un día de “leva”  del  Liceo Padilla de Riohacha  fue a dar a Maicao donde se presentaría el músico Lizandro Meza, al que pidió una oportunidad para tararearle sus canciones. El “rey” sabanero accedió a las insinuaciones del inquieto muchacho. Sorprendido por las capacidades del joven provinciano  al poco tiempo le grabó sus primeras obras: “El Dios cantor”, homenaje al poeta ciego Leandro Díaz, “Mi lamento”, y “Flor de Villanueva”. De ahí en adelante algunas agrupaciones del vallenato como las de los Zuleta, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Adaníes Díaz, Beto Zabaleta, no dudaron en grabarles.
PICARESCAS, LIRICAS Y PROTESTAS

El que desconozca la creativa y prolífica obra de Indio Romualdo,  podría identificarlo como un autor frívolo que hace apología al hedonismo y la obscenidad. “Parranda ron y mujer”, “No tiene ná”, “Maluquito pero sabroso”, “El santo cachón”, “Suegra présteme a su hija”, “Parrandeando”, “llegó tu marido y “Cabecita loca”;  entre otras, son piezas de  la faceta musical picaresca con la que Romualdo Brito se ha hecho célebre dentro de la música de acordeón. Creaciones controvertidas, polémicas, jocosas,  desabrochadas que probablemente más de uno han censurado. Quien ahonde en la  carrera musical de Brito, cambiará de parecer, encuentra a un artista polifacético y recursivo, profundo  autor de  preciosas obras líricas como: “Amaneceres del Valle”, “Esposa mía”, “Amiga mía”, “Lo más lindo del mundo”, “Cuando la vi”; poéticas que enaltecen nobles sentimientos. Las motivaciones de este músico guajiro, le ha permitido explorar facetas como la de cantante y el perfil de un autor versátil que combina sin confusión ni ambigüedades, el romanticismo, la picardía y la crítica social.

Su extracción campesina y humilde, al igual que la pobreza hiriente entre sus paisanos, logró despertar la sensibilidad por los marginados de las áridas tierras guajiras. Sentimiento que fue madurando con los estudios de secundaria que realizó en el Liceo Padilla durante  los años setenta. La ebullición política de la revolución cubana contagió al imberbe autor, el que apertrechó en su mochila “wayuu”, textos del materialismo histórico de Carlos Marx y Federico Engels, que le ayudó a una mejor estructuración  de su liderazgo estudiantil y de su poesía rebelde,  con las que sorteó senderos espinosos. “En la época del bachillerato conocí a Engel a Marx. Me volví un seguidor, un fanático de esa ideología, de esa filosofía materialista, porque era la época en la que uno se está preguntando, está buscando el origen a las cosas. No es lo mismo cuando a uno le pintan las cosas  espiritualmente que materialmente. Eso influyó mucho. A nosotros  como estudiante, nos perseguían la policía. Nos íbamos al monte a leer esas doctrinas, escondidas de los padres y de los rectores de los colegios. Nos miraron siempre como reaccionario, casi guerrillero.” Las limitaciones propias, las dificultades de los indígenas,  el desempleo, y el abandono ancestral de la Guajira por parte de la clase dirigente local y nacional, hicieron que afloraran canciones de un alto contenido crítico y social.

“YO SOY EL INDIO”

   El proceso de violencia y expoliación al que fueron sometidos los indios guajiros por parte del conquistador europeo, fueron plasmados en “Yo soy el Indio”. En esta poesía crítica, Romualdo personifica la voz del indio que se rebeldiza contra el invasor y censura la actitud indiferente del Estado y los medios de información frente a los problemas históricos de esta región, obra que fue llevada a la pasta sonora por Diomedes Díaz y Nicolás “Colacho” Mendoza, en el año 1978, en la disquera CBS. “Esta canción es y sigue siendo la realidad de la Guajira, un pueblo donde la clase dirigente tradicional han sido de las más miserables del mundo. Un departamento con tanta riqueza y con tantos contrastes, con mucha miseria. Riohacha tiene más de 450 años y no tiene acueducto, no existe servicios básicos para vivir. Aparece que las vías, las calles, las carreteras  pavimentadas de  5 a 6 veces sin haberlo hecho.” Con voz impetuosa entonó la aguerrida poesía. “Compadre yo soy el indio (Bis)Que tiene todo y no tiene nada, trabajo para mis hijos (Bis)Quemo carbón y pesco en la playa, yo soy el indio oprimido por mi ingrata patria colombiana…

LA MARIMBA GUAJIRA

En la década de 1970 irrumpió el fenómeno de la Bonanza Marimbera. El tráfico ilegal de la hierba alucinógena fue generando un negocio supremamente lucrativo. La frontera de la Guajira, sus extensas zonas baldías, otras desiertas, las vastas costas y playas, con escasa presencia del Estado, posibilitaron condiciones favorables para la libre circulación de  cannabis y todo tipo de contrabando. Esta actividad se constituyó en una empresa que, a pesar de su ilegalidad, fue generadora de grandes dividendos y empleos que el mismo Estado no garantizaba a una población marginada.

 Este contexto social permitió a este guajiro pincelar “El Marimbero”, canción grabada en versión tropical por el inquieto anacobero Daniel Santos y en la propia voz del autor con el marco musical de los Hermanos Meriño. En ella, Romualdo justifica el hecho de que  jóvenes de su generación golpeados por  la falta de oportunidades y el abandono de su región tuvieron que acudir al cultivo y comercialización de “la mala hierba”. “En la Guajira apenas se estaba instalando universidades, los estudiantes salíamos de los planteles del bachillerato y no teníamos casi ninguna oportunidad de estudiar en otra parte. La situación era difícil y apareció la bonanza marimbera y unos se iban para el monte a sembrar marihuana, otros a  distribuirla buscando una solución de vida. El gobierno comenzó a mirar el problema,  a combatir a los narcotraficantes, pero nunca miraron que detrás de ese narcotraficante pudo haber  un jefe de Estado, un ministro, si le hubiese dado la oportunidad de estudiar.” Romualdo, ilustra apartes de la canción protesta.“Hoy me llaman marimbero, por cambiar de situación, olvidan que yo primero fui gamín o pordiosero, sin ninguna educación. Hoy porque tengo dinero, hoy me persigue el gobierno…

TRASNACIONALES Y LA EXPLOTACION DEL  CARBON.

La Guajira, exótica e imponente emerge en el Caribe colombiano con majestuosidad natural. A lomo de burros deambulan  por estepas la desesperanza de  nativos famélicos  de la antigua provincia de Padilla. Sus bondades naturales son explotadas  por poderosas transnacionales que usufrutuan  sus recursos.

Estas circunstancias conspiraron para que “el indio rebelde” creara una corto punzante obra: “Volvieron los gallinazos”, página musical grababa en ritmo tropical por el Músico Tony Arraut con la orquesta los Caribes, en el sello disquero Fuentes. En ella, Brito, cuestiona a las autoridades políticas nacionales y regionales la forma injusta  como eran entregadas las riquezas minerales del carbón de la Guajira a  una empresa  norteamericana, a quienes identifica como terroristas del mundo.  “Cuando apareció la bonanza del carbón, el primer contrato que hizo el Estado colombiano con una empresa norteamericana costaba más trasportar el carbón  de donde lo cogían para llevarlo a los puertos que el mismo, sumado a una mano de obra barata. Afortunadamente la gestión del senador Amilkar Acosta, de Antenor Durán y otros políticos que salieron  del colegio nacional Padilla se reconsideró la contratación y finalmente se cambió el contrato.” El negro Romualdo con voz acompasada, entona la más rebelde de sus obras: “Volvieron los Gallinazos”. Los terroristas del mundo, de la humanidad. Destruyen todo a su paso, insaciables de riquezas, siembran la maldad…”


 MEDIOS Y FALTAS DE POLITICAS DE ESTADO.

Muchos degustadores de esta tendencia musical: “la canción protesta”, lamentan que las radiodifusoras marginen  aquellas poesías de compromiso social que convidan a la edificación de un mundo mejor. Con frecuencia se acercan  a Romualdo, lo animan a seguir pincelando canciones de corte social.

La acelerada masificación cultural, la comercialización de medios y empresas discográficas  ha influido notoriamente en la creación nuevas necesidades y hábitos hedonistas que estrechan la grabación y difusión de obras con mensajes sociales y humanos. Romualdo,  medita unos segundos. Cuestiona la apatía auditiva y reflexiva de sus compatriotas. “En Colombia, al igual que en otros países existe un fenómeno de pereza auditiva bastante grande. Son muy pocas las personas que analizan el mensaje. Los compositores y cantantes, también tiene responsabilidad en esto. Los cantantes de ahora no tienen formación, dice cualquier barbaridad y si tienen plata pá que esa barbaridad se vuelvan un éxito, existe mucha comercialización en los medios. Este es también un problema de política de Estado, en Colombia no existe una ley que proteja la difusión de la cultura nacional.” Enfatizó el indio guajiro.

El espíritu crítico y el liderazgo del “treintero”  lo llevó a ocupar la presidencia de Sayco durante los años noventa donde abanderó reivindicaciones de los músicos colombianos en especial, la de costeños. En el reñido  mercado musical  vallenato saturado por la Nueva ola y canciones cursis y monotemáticas, aún cosecha obras de contenido social  que aspira que sus colegas algún día decidan llevarlas  al disco, para que de nuevo se le cante a los problemas sociales como elemento esencial de la poesía vallenata.

Autor: Héctor Castillo Castro
Periodista e investigador cultural
Magíster en Historia
hcastillocastro@hotmail.com

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