Por:
Celso Guerra Gutiérrez
Es
un secreto a voces que las casas disqueras en su voracidad comercial
aprovechaban la inexperiencia y el afán de figurar en la escena musical de
nuestros noveles artistas, para hacerles firmar contratos llamados leoninos,
por su letra menudita y leguleya, para lo cual necesitaría una lupa grande y
conocimiento del derecho autoral, para leerlo y entenderlo.
Estas
letras diminutas, que nuestros músicos no leen, y si lo hacen no las entienden,
o se hacen los locos, son de las que se valen los pulpos fonográficos de
nuestro país para hacer los que le venga en gana con la obra de nuestros
intérpretes y compositores, que a través de la historia han sido vilmente
golpeados en sus intereses.
Creemos
que eso es lo que está pasado con Diomedes Díaz y su eterna disquera, que sin
ninguna consideración y sentimiento con el artista que más le aportó y le sigue
dando dinero a sus arcas, durante cerca de cuarenta años de actividad musical,
salga ahora con tremendo despropósito: publicar un canto desentonado, asmático,
carente de toda cadencia rítmica y además inconcluso, al faltarle la última
estrofa, producto de un ensayo a capela de Diomedes, a manera de calentamiento
y entretenimiento en el estudio de grabación, donde hizo ‘El Cacique’ su última
producción discográfica y que fue extraído para agregarle los disqueros la
instrumentación que allí escuchamos, y mostrarla a sus seguidores como si
fueran grandes mecenas de nuestro folclor, al aparentar que ellos son los que
mantienen vivo el recuerdo del ídolo más grande del vallenato.
Dice
un adagio criollo que “por el desayuno se sabrá como va ser el almuerzo”, el
resto del álbum que se publicará el 26 de mayo, día del cumpleaños de Diomedes,
no esperemos nada novedoso, será más de lo mismo, o tal vez peor, según nos
dijo José Zequeda, manejador de Díaz, por cerca de 15 años, y quien estuvo todo
el tiempo pendiente de lo que hacía su pupilo en este y otros menesteres.
La
invitación a los hijos de Diomedes, Rafael Santos y Martin Elías, para hacer
parte de este disco, es para omitir las fallas protuberantes en el canto de
Diomedes Díaz, quien jamás se imaginó que un calentamiento de garganta suyo, o
su voz fingida en las pistas de las otras canciones que vendrá en ese nuevo
disco, fueran a ser convertidas en negocio lucrativo por parte de su disquera,
que está desesperada al quedar huérfana de un verdadero ídolo que sacie su sed
de dinero.
Según
la legislación autoral, “las disqueras o editoras serán dueñas de la obra
musical del artista durante ochenta años más, después de su muerte”, es este
punto el que le da todo el derecho a la disquera de seguir explotando y ahora
distorsionando la imagen del cantautor más taquillero y vendedor de disco en la
historia de la música vallenata. A pesar de ello, les exigimos a ellos más
respeto por el folclor del Valle que tanto les ha dado.
Fuente:
http://elpilon.com.co/entre-el-bien-y-el-mal/
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