Los hombres
parranderos se deleitaban con su música desde la tarde aquella de sábado cuando
Rafa se montó a una tarima improvisada en la población de Aguachica, Cesar,
solicitado por el gran acordeonero Miguel López, corría el año de 1976 y ya
Rafa había grabado con “el comandante” Emilio Oviedo; la gente allí presente se
enloqueció con el estilo que ya empezaba a imprimir en sus cantos el cantor de
Becerril. Algunos de estos parranderos
lo siguieron hasta poco antes de su muerte, porque sus grabaciones recientes ya
no servían mucho para parrandear sino para evocar cosas románticas, cosas
bonitas, para serenatearle a la enamorada hasta que el sol por cualquier parte
apareciera.
La gran disyuntiva
de Rafa era si quedarse en Becerril vendiendo agua en su burro alborotado,
aprender con su papá a tocar acordeón, vestirse a la moda en el almacén “el
agáchate” de Valledupar y mantener su cabello espeso con brillantina, o salir a buscar una vida mejor. Y la encontró
en Barranquilla de la mano del médico y compositor Fernando Meneses Romero,
allí se olvidó de la promesa hecha a Miguel López de grabar juntos y se inscribió en la
Corporación Universitaria de la Costa a estudiar Administración de Empresas. De
allí lo sacó Israel Romero cuando se había separado de su cantante Daniel
Celedón y Rafa andaba sin rumbo fijo.
Desde el comienzo
de su carrera, Rafael Orozco tuvo que vérselas con los puristas del vallenato,
con los que les gusta el vallenato cerrero, sin un poquito de azúcar. Ellos no
asimilaban muy bien el estilo impuesto por Rafael y las críticas no cesaron hasta mucho después
de su muerte, acusando al Binomio de Oro de haber distorsionado la música
vallenata para satisfacer intereses personales y que detrás del estilo de ellos
se fueran algunas de las figuras de la música vallenata de hoy.
Al igual que sus
padres, hermanos, esposa, hijas y amigos, sufrió “la vieja Nuñe” con la partida
para siempre de su “Rafita”, esa abuelita villanuevera con un alma noble, de
esas almas que ya no venden en la tienda de la esquina, la mamá del acordeonero
Israel Romero era feliz cuando el cantante la llamaba casi todas las mañanas a
darle los buenos días, a mamarle gallo, a preguntarle si se había estrenado el
vestido de flores amarillas que él le había traído de su gira por Venezuela.
Gozaba “la vieja Nuñe” cuando Rafa le cantaba el merengue de Héctor Zuleta
Díaz: yo no se que es lo que pasa / entre los santos y yo / cada uno escribe
una carta / cada uno me pide un favor /
san José Gregorio Hernández me mandó un marconi urgente / y me pide que
le mande medicina pa` un paciente / ese santo que es doctor del cielo me ha
encargao / que le mande esparadrapo, merchiolate y algodón / que san Pedro
maromeando se cayó y se escalabró… la abuelita cuando lo escuchaba, con toda la
ternura que irradia le decía muerta de risa: “ese muchacho de los diablos tiene
unas vainas!. Te va a castigar Dios, caracho!”
Detrás de los
triunfos evidentes de Rafael e Israel siempre hubo una mano de hierro para con
el grupo, del que ellos se ufanaban, con razón, de ser el mejor tanto en acople
y en coros así como en coreografía y vestuario.
Pero no todo era
color de rosa para los líderes de la organización Romero Orozco: En la mayoría
de las veces, cuando por dos o cuatro meses se encerraban a grabar sus
canciones en los estudios de su única casa discográfica en la ciudad de
Medellín, o bien por el cansancio, o bien por la tensión, o bien por el
nerviosismo que les producía el querer brindarle lo mejor a sus fanáticos, en
plena sala de grabación y sin venir a cuento, sin motivos aparentes, las
cabezas visibles del grupo se agarraban a trompada limpia, a puño físico,
compadre!; entonces intervenían los demás integrantes del grupo y los técnicos
de la grabación para separarlos. Gracias a Dios todo quedaba de ese tamaño,
porque luego se abrazaban y se reconciliaban y todo quedaba superado.
Rafael Orozco
siempre reconoció que las puertas del estrellato se las abrió la virgen del
Carmen vestida con la canción que compuso su compadre Diomedes Díaz, a quien él
bautizó como se le conoce al hijo de la señora Elvira: El Cacique de la Junta.
Una noche de
vientos cruzados, sus padres vieron en la cocina que el café se derramaba en la
olla de barro en el fogón y ni la cuchara de palo pudo evitarlo, era porque en
ese preciso momento a muchas leguas de su casa paterna Rafa a todos nos estaba
diciendo adiós, presentía que para él ya casi estaba anocheciendo y vislumbraba
en el horizonte el sueño de los que esperan despertar en lo eterno. Sí, alguien
a quien no le gustaba el vallenato lo mandó antes de tiempo a encontrase con la
estrella de David, alguien que no le gustaba que Rafa nos enseñara en cada
parranda que quien se durmiera lo trasquiláramos, alguien que no soportaba ver
que conseguíamos una novia con cada una de sus inolvidables melodías, alguien
que envidiaba que Rafa cantara el amor-amor, manchó sus versos con sangre.
Rafa alcanzó a ver
con alegría que sus cantos se perdían como el humo en la montaña por todos los
confines de nuestra basta geografía: estaban allá donde la noche era más noche,
allá donde las tardes no morían, allá donde las aves libremente ya no pican los
frutales cada día, allá donde todavía se escucha el ladrido de los perros
cuando va muriendo el sol, allá donde se ocultan los luceros con la nieve, allá
en la cabaña que está bajo un fresco naranjal, allá en la tierra que brilla,
allá donde hay copitos de nieve, allá donde hay un corral de ganado escoltado por
unos mangos centenarios...
A aquella muchacha
preciosa, bailadora de chandé, nunca se le hizo su sueño realidad: que Rafa
incluyera en su itinerario a su humilde pueblo para ella recibirlo con un
millón de rosas rojas cultivadas especialmente para él con todas las fuerzas de
su ser; y después de que ella se embriagara con sus cantos, el cantante hiciera
con ella lo que le diera la gana.
Las almas buenas se
van para siempre de manera súbita, sin avisar, sin despedirse, cuando menos se
espera, sin darle tiempo a uno de que busque un poquito de agua en la tinaja
para poder digerir tan infausta noticia.
Días después de su muerte, cuando yo
trataba de encontrarle razones a la desaparición tan absurda del cantante
alegre y sentimental y las piezas de este horrible rompecabezas no me
cuadraban, esa explicación que no encontraba me la regaló una tarde de junio,
una de sus miles de fieles seguidoras, la seño Gloria, mi madre: es que Rafael
José Orozco Maestre no era de este mundo.
Por:
FABIO FERNANDO MEZA
TRIBUTO A RAFAEL OROZCO
1. PERDÓN Y OLVIDO
NO SE PEDIR PERDÓN (Gustavo Gutierrez
Cabello)
TE SEGUIRÉ QUERIENDO (José Vasquez)
SOMBRA PERDIDA (Rita Fernandez)
2. RECUERDOS VALLENATOS
DIME PAJARITO (Octavio Daza)
ESTAR ENAMORADO (Roberto Calderón Cujia)
QUE SERÁ DE MI (Efrén Calderón)
3. DE REGRESO
TUYA ES MI VIDA (Marcos Díaz Alarza)
POR ESO ESTOY AQUÍ (Esteban Ovalle)
SE QUE VOLVERÁS (Gustavo Gutierrez
Cabello)
4.COSAS DEL AMOR
FELICIDAD Y PENAS ( Fernando Meneses)
MUNDO DE ILUSUINES (Fernando Meneses)
ARREPENTIMIENTO (Fernando meneses)
5. DE SERENATA
TE QUIERO (Fernando Dangond Castro)
EL AMOR ES MÁS GRANDE QUE YO (Iván Ovalle
Poveda)
6. PARRANDA VALLENATA
LA GUSTADERA (Alberto "Beto"
Murgas
BONITO EL AMOR (Juan Vanegas)
7. MENSAJE DE LUNA
RELICARIO DE BESOS (Fernando Meneses)
NESECITO DE TI (Tomás Dario Gutiérrez)
LA CRECIENTE (Hernando Marín)
8. DECLARACIÓN DE AMOR
CONFESIÓN (Julio Cesar Amador)
JURO QUE TE AMO (Euclides Gómez)
SOLO POR TI (Rafael Orozco)
9. CREENCIAS
TU DUEÑO (Rosendo Romero Ospino)
LAGRIMAS DE SANGRE (Hernando Marín
Lacouture)
DECIDÍ CAMBIAR (Hernando Marín Lacouture)
10. AZUL CIELO VALLENATO
HABÍAMOS TERMINADO (Roberto Calderón
Cujia)
QUISE MANCHAR TU ALMA (Fernando Meneses)
DE RODILLAS (Octavio Daza )
11. DECLARACIÓN DE AMOR
LLENO DE TI (Mateo Torres Barrera)
UN POQUITO MÁS (Israél Romero Ospino)
NOSTALGIA (Israél Romero Ospino)
12. FESTIVAL DE CUMBIAS COLOMBIANAS
CUMBIA CIENAGUERA (Luís Enrique Martinez)
CUMBIA SAMPUESANA (Joaquín Betín)
LA POLLERA COLORÁ (Wilson Choperena)
LA ESTEREOFONICA (Pedro Salcedo)
RAMITA DE MATIMBÁ (Rosendo Martinez)
CUMBIA DEL CARIBE (Edmundo Arias)
No hay comentarios:
Publicar un comentario