HOMENAJE A LA DINASTÍA LOPEZ - VALLEDUPAR ABRIL 29 AL 3 DE MAYO -2014
RANCHERIASTEREO
miércoles, 23 de octubre de 2013
LISTO EL AFICHE FESTIVAL DELA LEYENDA VALLENATA VERSIÓN 47 - 2014 Y EL AFICHE DE LA VERSIÓN 37 DEL FESTIVAL NACIONAL DE COMPOSITORES DE MUSICA VALLENATA SAN JUAN DEL CESAR -GUAJIRA
domingo, 29 de septiembre de 2013
ADIÓS AL ÚLTIMO JUGLAR VALLENATO JOSE VICENTE "CHENTE" MUNIVE COMPOSITOR REY DEL MERENGUE
El cielo vallenato amaneció vestido de gris… los
acordeones se silenciaron… y en el murmullo de la música vallenata recordaban
al hijo de Guacoche, el Rey del merengue, quien se hacía llamar El último
juglar.
“Ay dicen que el mundo se va acabá, yo digo que el
mundo se acaba pal' que se muere… esa si es la deuda que yo tengo que pagar,
pero a mí me duele morirme por las mujeres… yo no sé que piensa aquel rico
miserable, que guarda la plata con tantas mujeres buenas”.
Diomedes Díaz grabó de José Vicente 'Chente' Munive
dos canciones: Hombre Parrandero, y La escoba nueva.
Con estas frases de José Vicente 'Chente' Munive,
que su amigo Elías Morales dijo que eran inéditas, fue despedido antes de ser
sepultado ayer en el cementerio Ecce Homo de Valledupar.
Parado en una esquina de la tumba, con lágrimas en
los ojos y la voz quebrada, Morales cantó la frase, a capela, en medio de
familiares, amigos, seguidores, paisanos y artistas del folclor vallenato que
llegaron para darle el último adiós al compositor, acordeonero y cantante que
murió en la madrugada de este jueves en una clínica de Valledupar, víctima de
complicaciones renales.
“Ay padrino, mucho dolor… ay mi viejo era tan
bueno… yo le decía dónde te duele, ven y te sobo… ay mi viejo bueno, mi viejo
querido…”, exclamaba una mujer en medio del llanto que la acongojaba en los
momentos en que iba a ser sepultado Munive Redondo.
Antes de ser llevado al cementerio, el cuerpo y la
memoria de 'Chente' Munive fue homenajeada con los cantos que él mismo compuso,
y que se escucharon en las voces de Jorge Oñate, 'Poncho' Zuleta, Diomedes Díaz
y Rafael Orozco, entre otros artistas que marcaron el legado del juglar.
En las instalaciones de la Sociedad de Autores y
Compositores, Sayco, el grupo de los Juglares Vallenatos entregó El merenguito
en voz de Isacc Carrillo y Dina López con el acompañamiento de Tomas Alfonso
'Poncho' Zuleta; minutos después, el féretro fue conducido a la iglesia La
Concepción, en donde el cantante Jorge Oñate entregó unas palabras como alivio
y reconocimiento al excelente trabajo que hizo 'Chente' Munive por el
vallenato.
Una caravana fúnebre se encargó de acompañar el
cuerpo de José Vicente 'Chente' Munive, que fue trasladado desde la parroquia
hasta el cementerio Ecce Homo, al norte de Valledupar.
“Una de las cosas más satisfactoria para mí es el
campo; cuando estoy en el campo soy feliz. Porque en el campo encuentro yo
aquel rato de esparcimiento”, dijo 'Chente' Munive en declaraciones entregadas
para un documental del Festival Vallenato llamado 'Expreso Colombia. Toda una
vida'.
El hombre que partió a los 73 años recibió ayer, al
filo del mediodía, su última morada; aunque batalló con una enfermedad que lo
mantuvo varios meses en cama, el Hombre Parrandero, ese que encontró un Secreto
Raro para enamorar a Carmen, y que algún día comparó a la mujer con La escoba
nueva se fue para entonar sus melodías desde el cielo.
El campesino de la canción vallenata
Con el acompañamiento y la solidaridad que ha
caracterizado a Jorge Oñate, el cantante hizo presencia ayer durante el sepelio
de José Vicente 'Chente' Munive.
“'Chente' Munive diría yo que para el folclor
vallenato era una pieza muy importante, él hizo para el vallenato 11 merengues…
A mí me unió un acercamiento con 'Chente', yo iba mucho a La Mina
(corregimiento), cuando él tenía sus hijos pequeños… se nos fue un cultor, un
gran compositor, un campesino de la canción vallenata”, declaró el Jilguero de
América.
Para el artista que le grabó junto a los Hermanos
López la canción Dina López, “'Chente' era un tipo que lo encontraba yo
ordeñando temprano. Él hizo historia en la música vallenata; yo le grabé seis
canciones”.
Según expresó Jorge Oñate, la frase que más le
gustaba del juglar era “Y el pobrecito de mi acordeón, al verme triste también
lloraba… cuando llora el acordeón, que paradoja tan grande”.
Al igual que el Cantor de La Paz, en el sepelio de
José Vicente 'Chente' Munive estuvo el cajero Pablo López, el compositor
Edilberto Daza, Elder Díaz, y el amigo inseparable del nativo del corregimiento
de Guacoche, el compositor Rafael Sánchez Molina.
“Un juglar vallenato tiene que ejecutar el
acordeón, cantar y tener sus canciones, y si es el caso hasta hacer un verso;
eso es lo que llaman un juglar vallenato”: 'Chente' Munive.
Por Carlos Mario Jiménez
jueves, 12 de septiembre de 2013
ROMUALDO BRITO: EVOCACIÔN A LOS AÑOS DEL INDIO REBELDE
A cincuenta kilómetros al sur de Riohacha, se
encuentra incrustado Treinta Tomarrazòn, corregimiento guajiro que fácilmente podría entrar a los Guiness
Records entre los pueblos con los nombres
más insólitos del mundo. En esta recóndita aldea de la vertiente oriental de la
sierra nevada de Santa Marta, fue donde
Romualdo Brito pegó su primer llanto un
15 de Marzo de 1953 el que fue sosegado
por los brazos de Carmen Leticia López Pérez y Pedro Esteban Brito Díaz, hogar
del que también brotaron 17 vástagos. El contexto local y familiar despertó en
aquel niño la sensibilidad por la música. “Me inicié cantando rancheras desde
los nueve años de edad, luego me dediqué a componer música vallenata. Mis
primeras canciones las hice en un mismo día, en un cumpleaños de mi mamá. Los
festejos de mi papá eran de una semana, invitaba a varios juglares, traía
chirrínchi de contrabando de Maicao en unos barriles grandísimo, duraban dos
semanas bebiendo y hasta que no se gastaran, no se acababan la fiesta.” En estas famosas
parrandas surtía el trago, tocaba la guacharaca y se abría a la creación
musical. En un día de “leva” del Liceo Padilla de Riohacha fue a dar a Maicao donde se presentaría el
músico Lizandro Meza, al que pidió una oportunidad para tararearle sus
canciones. El “rey” sabanero accedió a las insinuaciones del inquieto muchacho.
Sorprendido por las capacidades del joven provinciano al poco tiempo le grabó sus primeras obras:
“El Dios cantor”, homenaje al poeta ciego Leandro Díaz, “Mi lamento”, y “Flor
de Villanueva”. De ahí en adelante algunas agrupaciones del vallenato como las
de los Zuleta, Diomedes Díaz, Jorge Oñate, Adaníes Díaz, Beto Zabaleta, no
dudaron en grabarles.
PICARESCAS,
LIRICAS Y PROTESTAS
El que
desconozca la creativa y prolífica obra de Indio Romualdo, podría identificarlo como un autor frívolo
que hace apología al hedonismo y la obscenidad. “Parranda ron y mujer”, “No
tiene ná”, “Maluquito pero sabroso”, “El santo cachón”, “Suegra présteme a su
hija”, “Parrandeando”, “llegó tu marido y “Cabecita loca”; entre otras, son piezas de la faceta musical picaresca con la que
Romualdo Brito se ha hecho célebre dentro de la música de acordeón. Creaciones
controvertidas, polémicas, jocosas,
desabrochadas que probablemente más de uno han censurado. Quien ahonde
en la carrera musical de Brito, cambiará
de parecer, encuentra a un artista polifacético y recursivo, profundo autor de
preciosas obras líricas como: “Amaneceres del Valle”, “Esposa mía”,
“Amiga mía”, “Lo más lindo del mundo”, “Cuando la vi”; poéticas que enaltecen
nobles sentimientos. Las motivaciones de este músico guajiro, le ha permitido
explorar facetas como la de cantante y el perfil de un autor versátil que
combina sin confusión ni ambigüedades, el romanticismo, la picardía y la
crítica social.
Su extracción campesina y humilde, al igual que la
pobreza hiriente entre sus paisanos, logró despertar la sensibilidad por los
marginados de las áridas tierras guajiras. Sentimiento que fue madurando con
los estudios de secundaria que realizó en el Liceo Padilla durante los años setenta. La ebullición política de
la revolución cubana contagió al imberbe autor, el que apertrechó en su mochila
“wayuu”, textos del materialismo histórico de Carlos Marx y Federico Engels,
que le ayudó a una mejor estructuración
de su liderazgo estudiantil y de su poesía rebelde, con las que sorteó senderos espinosos. “En la
época del bachillerato conocí a Engel a Marx. Me volví un seguidor, un fanático
de esa ideología, de esa filosofía materialista, porque era la época en la que
uno se está preguntando, está buscando el origen a las cosas. No es lo mismo
cuando a uno le pintan las cosas
espiritualmente que materialmente. Eso influyó mucho. A nosotros como estudiante, nos perseguían la policía.
Nos íbamos al monte a leer esas doctrinas, escondidas de los padres y de los
rectores de los colegios. Nos miraron siempre como reaccionario, casi
guerrillero.” Las limitaciones propias, las dificultades de los indígenas, el desempleo, y el abandono ancestral de la
Guajira por parte de la clase dirigente local y nacional, hicieron que
afloraran canciones de un alto contenido crítico y social.
“YO SOY EL INDIO”
El proceso
de violencia y expoliación al que fueron sometidos los indios guajiros por
parte del conquistador europeo, fueron plasmados en “Yo soy el Indio”. En esta
poesía crítica, Romualdo personifica la voz del indio que se rebeldiza contra
el invasor y censura la actitud indiferente del Estado y los medios de
información frente a los problemas históricos de esta región, obra que fue
llevada a la pasta sonora por Diomedes Díaz y Nicolás “Colacho” Mendoza, en el
año 1978, en la disquera CBS. “Esta canción es y sigue siendo la realidad de la
Guajira, un pueblo donde la clase dirigente tradicional han sido de las más miserables
del mundo. Un departamento con tanta riqueza y con tantos contrastes, con mucha
miseria. Riohacha tiene más de 450 años y no tiene acueducto, no existe
servicios básicos para vivir. Aparece que las vías, las calles, las carreteras pavimentadas de 5 a 6 veces sin haberlo hecho.” Con voz
impetuosa entonó la aguerrida poesía. “Compadre yo soy el indio (Bis)Que tiene
todo y no tiene nada, trabajo para mis hijos (Bis)Quemo carbón y pesco en la
playa, yo soy el indio oprimido por mi ingrata patria colombiana…
LA MARIMBA GUAJIRA
En la década de 1970 irrumpió el fenómeno de la
Bonanza Marimbera. El tráfico ilegal de la hierba alucinógena fue generando un
negocio supremamente lucrativo. La frontera de la Guajira, sus extensas zonas
baldías, otras desiertas, las vastas costas y playas, con escasa presencia del
Estado, posibilitaron condiciones favorables para la libre circulación de cannabis y todo tipo de contrabando. Esta
actividad se constituyó en una empresa que, a pesar de su ilegalidad, fue
generadora de grandes dividendos y empleos que el mismo Estado no garantizaba a
una población marginada.
Este
contexto social permitió a este guajiro pincelar “El Marimbero”, canción
grabada en versión tropical por el inquieto anacobero Daniel Santos y en la propia
voz del autor con el marco musical de los Hermanos Meriño. En ella, Romualdo
justifica el hecho de que jóvenes de su
generación golpeados por la falta de
oportunidades y el abandono de su región tuvieron que acudir al cultivo y
comercialización de “la mala hierba”. “En la Guajira apenas se estaba
instalando universidades, los estudiantes salíamos de los planteles del
bachillerato y no teníamos casi ninguna oportunidad de estudiar en otra parte.
La situación era difícil y apareció la bonanza marimbera y unos se iban para el
monte a sembrar marihuana, otros a
distribuirla buscando una solución de vida. El gobierno comenzó a mirar
el problema, a combatir a los
narcotraficantes, pero nunca miraron que detrás de ese narcotraficante pudo
haber un jefe de Estado, un ministro, si
le hubiese dado la oportunidad de estudiar.” Romualdo, ilustra apartes de la
canción protesta.“Hoy me llaman marimbero, por cambiar de situación, olvidan
que yo primero fui gamín o pordiosero, sin ninguna educación. Hoy porque tengo
dinero, hoy me persigue el gobierno…
TRASNACIONALES Y LA EXPLOTACION DEL CARBON.
La Guajira, exótica e imponente emerge en el Caribe
colombiano con majestuosidad natural. A lomo de burros deambulan por estepas la desesperanza de nativos famélicos de la antigua provincia de Padilla. Sus
bondades naturales son explotadas por
poderosas transnacionales que usufrutuan
sus recursos.
Estas circunstancias conspiraron para que “el indio
rebelde” creara una corto punzante obra: “Volvieron los gallinazos”, página
musical grababa en ritmo tropical por el Músico Tony Arraut con la orquesta los
Caribes, en el sello disquero Fuentes. En ella, Brito, cuestiona a las
autoridades políticas nacionales y regionales la forma injusta como eran entregadas las riquezas minerales
del carbón de la Guajira a una
empresa norteamericana, a quienes
identifica como terroristas del mundo.
“Cuando apareció la bonanza del carbón, el primer contrato que hizo el
Estado colombiano con una empresa norteamericana costaba más trasportar el
carbón de donde lo cogían para llevarlo
a los puertos que el mismo, sumado a una mano de obra barata. Afortunadamente
la gestión del senador Amilkar Acosta, de Antenor Durán y otros políticos que
salieron del colegio nacional Padilla se
reconsideró la contratación y finalmente se cambió el contrato.” El negro
Romualdo con voz acompasada, entona la más rebelde de sus obras: “Volvieron los
Gallinazos”. Los terroristas del mundo, de la humanidad. Destruyen todo a su
paso, insaciables de riquezas, siembran la maldad…”
MEDIOS Y
FALTAS DE POLITICAS DE ESTADO.
Muchos degustadores de esta tendencia musical: “la
canción protesta”, lamentan que las radiodifusoras marginen aquellas poesías de compromiso social que
convidan a la edificación de un mundo mejor. Con frecuencia se acercan a Romualdo, lo animan a seguir pincelando
canciones de corte social.
La acelerada masificación cultural, la
comercialización de medios y empresas discográficas ha influido notoriamente en la creación
nuevas necesidades y hábitos hedonistas que estrechan la grabación y difusión
de obras con mensajes sociales y humanos. Romualdo, medita unos segundos. Cuestiona la apatía
auditiva y reflexiva de sus compatriotas. “En Colombia, al igual que en otros
países existe un fenómeno de pereza auditiva bastante grande. Son muy pocas las
personas que analizan el mensaje. Los compositores y cantantes, también tiene
responsabilidad en esto. Los cantantes de ahora no tienen formación, dice
cualquier barbaridad y si tienen plata pá que esa barbaridad se vuelvan un
éxito, existe mucha comercialización en los medios. Este es también un problema
de política de Estado, en Colombia no existe una ley que proteja la difusión de
la cultura nacional.” Enfatizó el indio guajiro.
El espíritu crítico y el liderazgo del
“treintero” lo llevó a ocupar la
presidencia de Sayco durante los años noventa donde abanderó reivindicaciones
de los músicos colombianos en especial, la de costeños. En el reñido mercado musical vallenato saturado por la Nueva ola y
canciones cursis y monotemáticas, aún cosecha obras de contenido social que aspira que sus colegas algún día decidan
llevarlas al disco, para que de nuevo se
le cante a los problemas sociales como elemento esencial de la poesía vallenata.
Autor: Héctor Castillo Castro
Periodista e investigador cultural
Magíster en Historia
hcastillocastro@hotmail.com
lunes, 26 de agosto de 2013
EMILIANITO ZULETA DÍAZ: PROTAGONISTA Y CANTOR DE LA GESTA VALLENATA
Por ARIEL CASTILLO
MIER
El nombre de Emilianito Zuleta Díaz suele asociarse
de manera casi mecánica con una institución musical: la llamada ‘Universidad
del Vallenato’, la dinastía de los Hermanos Zuleta. Dentro de ese binomio, al
lado de la voz de su hermano Poncho, ‘pulmón de oro’, están las manos mágicas
de Emilianito, quien transformó la historia de la ejecución del acordeón, tras
las revoluciones de Luis Enrique Martínez, creador del estilo moderno, en el
que el acordeón deja de ser simple acompañante de la letra y se vuelve
protagonista de la canción, a través de florituras difíciles que pasan de una
hilera a otra, y de Alfredo Gutiérrez, que vistió de esmoquin la música de
acordeón para que accediera a otros escenarios más allá de las fincas y de la
colita del patio de los patrones.
Con Emilianito Zuleta Díaz, “el músico vallenato de
mayor creatividad”, según el acordeonero Israel Romero, surge, de acuerdo con
el compositor e investigador Julio César Oñate Martínez, una escuela nueva en
el vallenato, que se caracteriza por “las pausas, los reposos previos al
lucimiento del acordeonero con su caudal de variaciones y lujos” y en la que
figuran reyes tanto vallenatos como sabaneros como Rafael Salas, Beto Villa,
Julio Rojas, Freddy Sierra y Felipe Paternina, entre otros.
A partir de Emilianito, la ejecución del acordeón
en el vallenato es otra: en adelante, los dedos que antes se atropellaban como
potros desbocados por las hileras de la lira alemana, ahora se detienen y
respiran y emprenden un raudo periplo en picada por el teclado, sin perder la
armonía. Hoy por hoy, cuando se vive en el vallenato el comienzo de una nueva
etapa de cambios liderados por la sombra inmortal de Juancho Rois y la
inventiva interminable de Omar Geles, Emilianito es un clásico, un punto de
referencia insoslayable y de respeto.
No obstante, hay un aspecto en la trayectoria
artística de Emiliano Alcides Zuleta Díaz, ‘el gago de oro’, su obra como
compositor, prácticamente ignorado, pese a ser el único Rey de Reyes de la
Canción Inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata. Emilianito Zuleta es,
para decirlo de una buena vez, uno de los mejores compositores vivos de la
música vallenata, al lado de sus maestros
Emiliano Zuleta Baquero, Rafael Escalona, Calixto
Ochoa y Leandro Díaz, y de sus contemporáneos Adolfo Pacheco y Camilo Namén,
entre otros.
A diferencia de sus maestros y modelos, a quienes
les ha grabado de manera ininterrumpida a lo largo de treinta y cinco años,
Emilianito, “sin salirse de la calle”, alcanza una complejidad mayor: su
palabra, que no se aparta del todo de ciertas fórmulas de la tradición,
incorpora de manera equilibrada, sin rebuscamientos aparatosos ni refinamientos
ridículos, un lenguaje acorde con su formación universitaria. En un contraste
con cualquier compositor actual, se destaca, al rompe, la versatilidad de su
lira de numerosas cuerdas frente a la monocorde y quejumbrosa de hoy, reducida
a los amores infelices y despechados, coronados de frondosos cuernos que se
exhiben perfumados y brillantes, incluso con cierta satisfacción y orgullo
consentidos. Para no mencionar la autenticidad y la calidad de las letras de
Emiliano, nacidas del respeto por la palabra composiciones grabadas de 1968 a
nuestros días, hecho que contrasta con la prolífica producción de muchos de sus
contemporáneos o de sus colegas, “El acordeonista de hoy a la luz de tres
genios”
En este interesante testimonio acerca de su
formación musical, Israel destaca, con la autoridad que le confiere la ejecutoria
del acordeón, la significación histórica de Luis Enrique Martínez, Alfredo
Gutiérrez y Emilianito Zuleta Díaz. Hoy, que pasan del centenar de canciones
–algunos impúdicamente se acercan o pasan del millar–, y ya no parece que
componen, sino que ponen cantos.
Un estudio comparativo de las letras de Emilianito
Zuleta con las de sus predecesores y contemporáneos podría no solo revelarnos
la singularidad de este compositor villanuevero, sino el sitial de honor que se
merece en la galería de los mejores compositores del vallenato. Ante la
imposibilidad de desarrollar en breves páginas semejante estudio, nos
limitaremos a esbozar algunos de los rasgos que le confieren no solo un perfil
al universo verbal y musical de las composiciones de Emilianito Zuleta Díaz,
tan nítido que basta con la introducción musical o unos cuantos versos para identificar,
sin riesgo de error, una composición suya. ¿Cuántos compositores nuevos
resistirían esta prueba de la originalidad y el derecho a un puesto de
privilegio en el mundo historial de la música vallenata?
Los invito a seguir leyendo desde este enlace:
miércoles, 7 de agosto de 2013
FESTIVAL CUNA DE ACORDEONES
El próximo mes
de Septiembre sonarán nuevamente los acordeones, cajas, guacharacas, guitarras y los
cantos vallenatos que engalanarán a la tierra de ensueño, que año tras año
realiza el gran evento, simbolizando su esencia natural, esa misma que la
caracteriza como la gran madre del talento vallenato.
Villanueva, la
tierra de las dinastías del folclor, se prepara para realizar una nueva
edición, esta vez la 35º del Festival Cuna de Acordeones, que como cada decenio
realiza el concurso Rey de Reyes.
Los
acordeoneros, verseadores y compositores ganadores de ediciones anteriores se
darán cita este año para en franca lid para llevarse el honor de ser el mejor
de la década y coronarse como Reyes de Reyes en el cuna de acordeones.
La versión
2013 del Festival Cuna de Acordeones será en homenaje a uno de los grandes
exponentes de nuestra música, el artista más internacional y con mayor
representatividad en el mundo. Por todo lo cosechado en su vida musical Jorge
Celedón, otro ilustre hijo de las grandes dinastías villanueveras, conocido en
su pueblo natal como “songo”, recibirá el reconocimiento del público asistente
por ser el gran exponente del folclor vallenato y del gran talento que desde
Villanueva se ha dado a conocer a Colombia y al mundo.
Villanueva los
espera del 19 al 22 de septiembre de 2013 para que con cantos y melodías de los paseos, sones,
merengues, puyas y romanzas vallenatas, nuestro folclor se dé cita en la cuna
de los grandes exponentes de la música vallenata.
martes, 6 de agosto de 2013
LA OREJA DE JUANCHO POLO VALENCIA
Por: JULIO OÑATE MARTÍNEZ
Esta es una historia, que tal vez, la mayoria de
seguidores del folclor desconocen, sobre el reconocido Juancho Polo Valencia,
el cual vivió durante la época de la bonanza bananera, donde él con su acordeón
animaba las famosas ‘quincenas de la zona’.
Durante la bonanza del oro verde que vivió la zona
bananera en las primeras décadas del siglo anterior, era ésta la región que
imantaba la atención de músicos, aventureros, obreros y campesinos de todo
palambre que hasta allí se desplazaban desde los confines de nuestro litoral e
incluyendo los pueblos de la Gran Provincia de Padilla.
En estos años dorados del banano, la generosidad
del cultivo le permitía a la United Fruit Company brindar una halagadora
remuneración a todo aquel que supiera blandir una chambelona a la hora de la
zafra.
El billete traqueaba a la par del dólar y existen
evidencias de aquellas lujuriosas noches de cumbiamba en que las espermas al
extinguirse eran reemplazadas por fajos de billetes ardiendo que cualquier
borracho le ofrecía a una voluptuosa hembra de caderas insolentes.
La compañía pagaba cada 15 días y fueron muy
famosas ‘las quincenas de la zona’, un tipo de jolgorio a todo nivel, donde
siempre de la mano, el ron, las damiselas y la plata, se derrochaban a placer.
Uno de los grandes animadores de aquellas quincenas
macondianas fue el maestro Lorenzo Morales durante el par de años, que allí en
la zona estirando el fuelle del ‘guacamayo’, dejó la huella de su maestría
musical que hasta nuestros días ha perdurado.
‘La compañía’ como todos llamaban a la United
Fruit, tenía esplendidos comisariatos diseminados en todas las áreas de cultivo
y sus trabajadores poseían un carnet para retirar con ellos víveres y
abarrotes, cuyo valor era descontado al momento de la paga.
Los precios estaban por debajo de las tiendas
secundarias o particulares las cuales hacían su agosto entre los obreros al
cambiarles el cupo del carnet por físico ron y revendiendo entonces los
productos adquiridos a través del leonino cambalache.
Por otra parte ‘la compañía’ manejaba una
importante explotación ganadera en tierras aledañas que tenían la limitación
del riego, con el fin de abastecer la demanda de carne de los empleados y a la
vez aprovechar el rechazo del banano y los desechos de la plantación en la ceba
de novillos que nunca bajaron de 10 mil según algunos mayores que vivieron
aquella época.
Juancho Polo Valencia fue otro de los
acordeoneros que merodearon por la zona en la década del 40 y era muy frecuente
verlo en Arácataca, donde vivía ‘La niña Mane’, una de las musas inspiradora de
sus cantos.
Cualquier noche de quincena en la cercana vereda El
Cauca, equidistante entre ‘Cataca’ y El Retén, animaba Juancho Polo una
parranda para un grupo de admiradores, la mayoría vaqueros en los hatos de la
compañía. Un ‘latoso’ de los que nunca faltan en una ‘bebeta’, término
fajándose a las trompadas con Polo Valencia, que era hombre quisquilloso y de
muy pocas pulgas.
Juancho tenía una derecha demoledora, pero el
‘latoso’ le salió ‘buen gallo’ con la zurda y en un intercambio de puños,
mordisco y ‘patá’, rodaron abrazados por el suelo y el fulano de una feroz
dentellada le cerceno un pedazo de la oreja derecha, tragándosela en actitud
desafiante.
El juglar, bañado en sangre, aullaba de dolor y el
grupo de vaqueros enfurecidos enlazaron al aprendiz de caníbal, arrastrándolo
con las bestias por todo el vecindario hasta causarle la muerte, para luego
fugarse en la oscuridad de la noche.
Valencia agarró el acordeón y fue a parar a la
carrera hasta San ángel, refugiándose en la finca de su amigo ‘El Mono’ Meza
durante una larga temporada, hasta que las cosas se aclararon y arreglaron.
A partir de entonces Juancho comenzó a usar el
sombrero siempre ladeado hacia la derecha ocultando así el ‘boquete’ en su
auricular, lo que lo mortificó y acomplejó, por el resto de su vida.
En el ocaso de su carrera, ya olvidado y
despreciado por la gente del pueblo a quien tanto alegró, los muchachos
traviesos allá en Fundación, se mofaban de él al tumbarle una estrambótica
gorra con orejeras que usó en sus últimos días a falta de un buen sombrero
vueltiao con el que siempre se distinguió en su época de gloria.
lunes, 15 de julio de 2013
CODAZZI FESTIVAL DE MUSICA VALLENATA EN GUITARRA
La fundación organizadora del Festival de Música
Vallenata en Guitarra, abrió la etapa de promoción para lo que será la versión
número 27, prevista para realizarse del 15 al 18 de agosto del presente año en
la capital agroenergética de Colombia, Agustín Codazzi, municipio del Cesar.
La primera acción que pretende ejecutar el consejo
directivo, en cabeza del presidente ejecutivo, Orlando Saavedra Zuleta, es la
invitación a todos los artistas, ya sean pintores, dibujantes, diseñadores
gráficos, publicistas, reporteros gráficos o cualquier persona empírica en arte
artístico, para que participen en el concurso que permita seleccionar el afiche
promocional de esta edición; evento que se ha convertido en la manifestación
artística y cultural más representativa en su estilo en el ámbito nacional, y
se ha consolidado como el segundo evento en importancia socioeconómica en el
departamento del Cesar, después del Festival de la Leyenda Vallenata.
martes, 9 de julio de 2013
CHELITO DE CASTRO SIGUE CONQUISTANDO AL MUNDO CON SU ACORDEÓN LATINO
Asumiendo su rol de
director de sus propias producciones ‘Chelito’ de Castro entrega con su
acordeón su nueva producción la que llega con aires exclusivo de distintos
países.
Diez años estuvo vinculado
‘Chelito’ de Castro en la orquesta de Joe Arroyo, lo que le abrió las puertas a
otras alternativas musicales.
El nombre de ‘Chelito’ de
Castro siempre ha sido afín a la música de la Costa Caribe, es un músico que ha
hecho carrera con muy buen resultado en la ejecución del piano y arreglista de
varias orquestas, pero también tiene su lado para el vallenato y por eso acá se
le referencia con trabajos musicales donde su acordeón no tiene nada que
envidiarle a cualquier ejecutor de la provincia.
Ha sido productor de varios
grupos de la región entre los que se destacan Iván Villazón, Carlos Vives,
‘Beto’ Zabaleta. También ha acompañado en infinidad de ocasiones presentaciones
donde ejecuta vallenato.
Luego de ese largo trasegar
por agrupaciones, se ha lanzado hace algún tiempo como cabeza de su propia
agrupación, por lo que ha tenido una gran aceptación internacional, es por eso
que está anunciando su nueva producción musical, ‘Latin Acordion’ que no es más
según él que un viaje musical a Latino Americano interpretado con el
instrumento alemán.
Trae este trabajo canciones
exclusivas para diferentes países tales como Brasil, Perú, Cuba, Chile y su
natal Colombia. Entre estos cortes vienen ‘Tico, Tico’ para los cariocas, y
‘Amarraditos’ para los peruanos.
‘Lamento Borincano’, ‘El
Negrito del Batey’, ‘Al Oscuro’, ‘Compadre Pedro Juan’, ‘Palo Bonito’, ‘La
Chica de Ipanema’, ‘La Pollera Colora’, ‘La Cumbia Cienaguera’. Entre otros que
han sido temas grabados en anteriores trabajos de ‘Acordeón Latino’.
¿Sabía usted que…
‘Chelito’ de Castro ha
grabado y acompañado en presentaciones a Julio Iglesias, José Luis Rodríguez,
Ana Gabriel, Amparo Sandino, Carlos Vives y Juanes, Rubén Blades, ‘La India’
entre otros?
Por: William Rosado Rincones/VANGUARDIA
lunes, 1 de julio de 2013
ADOLFO PACHECO El compositor sabanero de "La hamaca grande"
Después
de que el sanjacintero Adolfo Pacheco Anillo saboreara la fama como el
compositor de los Montes de María y se internacionalizara con La hamaca grande,
El viejo Miguel, El mochuelo y Mercedes, entre otras canciones, cayó en cuenta
de que su papá tenía razón: debía estudiar Derecho. Fue por ello que ingresó a
la Universidad de Cartagena a los treinta y seis años de edad y se graduó de
abogado a los cuarenta y tres años.
En
su juventud sólo soñaba con ser músico; y el viejo Miguel (su papá), a quien le
compuso precisamente la canción que se titula así, se empecinó en no apoyarlo.
Él asociaba la música con el ron.
Y
así se la pasó hasta que un día tuvo que aceptar que su hijo había nacido para
la música. Todo se dio cuando el negocio de víveres que tenía en San Jacinto
empezó a decaer. Para ese entonces, Adolfo había terminado su bachillerato en
el Colegio Fernández Baena en Cartagena y estaba estudiando Ingeniería Civil en
la Universidad Javeriana en Bogotá, donde cursó hasta segundo año y de paso
aprovechó sus ratos libres para tomar clases de guitarra.
El
viejo Miguel tenía que sostener a cuatro mujeres que le habían dado diecisiete
hijos y no podía seguir costeando sus estudios en la capital. Esta situación
obligó a Adolfo a regresar a su pueblo, donde empezó a trabajar como maestro de
primaria.
El
magisterio lo alternó con la música. No paraba de componer canciones, y los
fines de semana los dedicaba a cantar sus temas en los pueblos aledaños, al
lado de sus entrañables amigos Nasser Sir (guitarrista de Los Isleños), Nelson
Díaz (saxofonista), Andrés Landero (acordeonero y cantante) y su compadre Ramón
Vargas. De la gran amistad que tuvo con el último de ellos nació en 1969 la
célebre canción La hamaca grande. Fue a raíz de la exigencia de su compadre, de
que Adolfo le compusiera un vallenato. Por eso la primera versión de esta
canción decía: Compadre Ramón no me esté diciendo que yo le componga vallenato
al son.
Después
la cambió por la que hoy es el paseo que lo ha hecho famoso en el mundo hispano
y lo han grabado Andrés Landero, Johnny Ventura y Carlos Vives. El título del
tema se lo puso Edgardo Pereira durante una parranda en su finca en San
Jacinto. Él dijo: Pero si el nombre está en la canción. La hamaca grande.
Cada
composición de Adolfo, de las ciento veintiséis que lleva grabadas, tiene su
propia historia. El viejo Miguel es un canto a la nostalgia. El tema lo
escribió cuando su papá dejó al pueblo por la ciudad. Escogió a Barranquilla, y
allá en San Jacinto se quedó él, con muchos de sus hermanos, y su mamá, Mercedes,
quien fue la primera que se fue pal" cementerio.
Mercedes
es, para él, un nombre dulce. Representa la bondad de una madre. Así también se
llama la última mujer del viejo Miguel, a quien aprendió a querer porque cuidó
a su padre durante sus últimos años. Con ese nombre bautizó una canción que le
hizo a una novia que no quería que le divulgara su identidad. Fue un amor
frustrado, antes de su matrimonio. Porque desde el momento en que conoció a
Ladys, su vida cambió.
Adolfo
es una mezcla de blanco con negro e indígena. A lo largo de su vida ha
estudiado el origen de sus antepasados. Mi bisabuelo paterno era de Ocaña y
llegó a San Jacinto, por allá en 1850, durante la fiebre del tabaco. Era blanco
y pecoso, y varios años después se casó con Crucita Estrada, una negra recién
liberada de la esclavitud. Ella se hizo famosa porque hacía unos bollos
deliciosos.
Su
abuelo paterno, Laureano Antonio Pacheco, fue quien descubrió en él su
inclinación por la música. Era tambolero de gaita. Y su mamá cantaba a voz en
cuello, pasillos, vals y boleros, pero en el patio de su casa. De sus recuerdos
infantiles aún tiene fresco en su memoria el primer verso que hizo a los seis
años de edad. Es un canto indio en ritmo de puya, y que algún día terminará de
componerlo.
Los
temas de este maestro del folclor han sido grabados además por Otto Serje y
Rafael Ricardo, Nelson Henríquez, Daniel Celedón e Ismael Rudas, Los Hermanos
Zuleta, Diomedes Díaz, Carlos Vives, Johnny Ventura, Los Melódicos y Moisés
Angulo.
Aparte
de la música, Adolfo es un enamorado de la política. Fue Concejal de San
Jacinto, Diputado del Departamento de Bolívar, Secretario de la Asamblea de
Bolívar y Director de Tránsito de Bolívar .
Su
viejo amigo Régulo Matera, Diputado del Atlántico, se lo trajo para
Barranquilla hace dos años, y aquí está como secretario de la Asamblea.
Cincuenta
y ocho años de edad, madrugador, poco trasnochador, contador de anécdotas -de
él y de sus amigos. Este es el perfil de Adolfo Pacheco, el compositor sabanero
a quien la musa le llega de los Montes María; y de cada estado de inspiración
siempre hay una producción poética, como lo es él en toda la esencia de su ser.
jueves, 27 de junio de 2013
EL VALLENATO NO CANTA SU REALIDAD
Si miramos el pasado
de la música vallenata, encontramos que una de sus mayores fortalezas, es la
narrativa de su realidad. El relator vallenato no le mentía a su entorno. No
traicionaba cada elemento que encontraba y su fantasía era más creíble, lo que le
permitió afianzar los personajes y sus hechos, incluso, pasado el tiempo, esa
historia musicalizada ayuda a reconstruir pueblos. Esa situación contrasta con
lo que está viviendo el vallenato como parte de la industrialización cultural,
en donde ese elemento esencial se ha perdido y nos lleva de la mano, a la
construcción de una obra centrado en lo amoroso, por demás monotemática,
simple, carente en la mayoría de los casos de poesía y con una extralimitación
de figuras empalagosas, que le quita toda posibilidad de ser considerada una
buena obra artística. En esa nueva postura del creador e intérprete vallenato,
han incidido muchos factores que vale la pena comentar: “la aparición del
fenómeno del narcotráfico que le robó la inocencia al artista vallenato”.
Esos nuevos ricos
afectaron el comportamiento del creador e intérprete vallenato, al moldear el
espíritu natural de ese hombre que componía y cantaba al aire libre sin la
atadura de lo económico. Sin dejar de lado, que nuestro hombre artista no tenía
vínculos con la droga como consumidor o gestora de un nuevo vivir social, es
bueno anotar, que ese fenómeno descuaderna la realidad de la gran provincia
vallenata y empieza nuestro artista, a dejarse quitar su autonomía relatora y
lo que aparece, es una metáfora servilista en donde se encumbra a ese
cultivador de alucinógenos y termina el artista nuestro, tanto creador como
intérprete, en una total servidumbre. Tan es así, que hacen obras y las ponen
con el nombre del mafioso de turno o elevan a las cumbres más altas a un
narcotraficante gavilán.
Ese mal pasaje que
afecta el mundo del vallenato en todos sus aspectos, dejó como consecuencia a
una gran masa artística con serios problemas en el consumo de estupefacientes,
lo que ha llevado al derrumbe de muchas figuras de nuestra música vallenata.
Con ese tema hay que ponerse serio y es un llamado para que los gobiernos
departamentales de la Guajira y Cesar como epicentros del vallenato, lo miren
como un problema de salud pública y no con la visión farandulera como siempre
lo hacen. Pero si ese tema es delicado, no lo son menos, los que a continuación
tienen agarrado del cuello, la mente creadora del compositor e intérprete
nuestro. “la constante exaltación al político de turno, quien al llegar a su
puesto lo primero que hace, es lograr que lo nombre el artista más exitoso”.
Esta situación ha
llevado, a que esos nuevos dirigentes no escatimen esfuerzo alguno, en gastarse
lo que está destinado a resolver los problemas sociales de su municipio o
departamento, en las caravanas que hacen los artistas en sus lanzamientos o en
el pago a los saludos, que terminan siendo más importantes que la canción
misma. Esos elementos contaminantes afectan, sin que haya un despropósito para
con ninguna de las partes, a la canción, a su creador y a la vez, a su
intérprete, quien direcciona que se graba o no. “la nueva condición social de
los compositores e intérpretes”.
Este hecho contrasta
seriamente, con lo que está pasando en el entorno de la gran provincia
vallenata. Esto ha llevado a que la visión del compositor sea distinta. Poco o
nada le interesa narrar el problema social, así lo tenga pegado a la nariz. Ya
los artistas vallenatos son intocables y se alejan cada día más de su entorno.
Sus modernas naves con vidrios polarizados los hacen ver más como traídos de
otros planetas que constructores de una música provinciana. No estamos en
contra que se mejore socialmente, pero sí, que se desprendan del cordón
umbilical que les dio todo. Ya se creen más que la base popular por ir en busca
de nuevos mundos, en desconocimiento de la aldea que al final, es el todo. “el
surgimiento de nuevas fuerzas oscuras como el paramilitarismo”. Otro de los
grandes males que le llegó a la tierra nuestra y que sin lugar a dudas, afecta
la creación artística y de qué manera.
Entra de nuevo,
nuestra música vallenata al servicio de una fuerza generadora de muerte, que es
contraria a la labor del juglar nuestro, que hizo una verdadera cartografía de
la vida con su obra y que debe servirnos como base fundamental, para no
claudicar en este proceso de consolidación de una música local, que si quiere
permanecer en el tiempo con el prestigio que da el buen y sano vivir, tiene que
replantear muchas situaciones que no le hacen bien. Es tan malo el accionar, de
estos hombres al servicio de la muerte, que ya en nuestra provincia no hay
respeto por los mitos y leyendas, estos sucumbieron ante la ley del más fuerte,
del que esté armado hasta los dientes e imponga su mandato. Nuestros autores e
intérpretes no pueden prestarse para continuar haciendo personajes de alto
renombre, a seres cuya condición social está en entredicho y no son, un buen
ejemplo para ésta o futura generación, solo porque tienen dinero producto del
desalojo y muerte de tantas personas buenas.
El relator vallenato
tiene que cantar su realidad y no seguir pasando por encima de los cadáveres de
su propia gente y salir cantando como si nada, una copla de amor. Él tiene que
romper ese estigma impuesto por el centro de poder, que cada vez que se cante
un tema social quien lo hace es “guerrillero”, tamaña mentira que contrasta con
la postura narrativa de hombres valerosos del ayer vallenato, que rompieron con
el atosigamiento feudal de la gran provincia vallenata para contar su propia
realidad. Una muestra de ello lo podemos recoger cuando Luís Enrique Martínez
Argote hace más de tres décadas, dijo: “el pueblo está reclamando pan,
educación y techo”. Será que ahora es menor el problema frente a estas
solicitas expresiones, de un campesino analfabeta que percibió el problema,
pero que además, lo cubrió de música y lo dejó como un especial referente, sin
que ello, nos lleve a señalarlo como un hombre perteneciente a la izquierda o a
determinado grupo armado.
Tiene el creador
vallenato la obligación, de romper con el miedo que se les refleja en el rostro
y que le impide cantar sus narraciones más llenas de verdad, que de los
compromisos comerciales de hacer obras en serie que lo tiene acorralado. Ese
sentido narrativo, de la realidad en la tierra nuestra, es el que debemos
recuperar y para ello es necesario, “volver al uso del sentido común que hizo
grande al vallenato como periódico musical”.
Nuestro compositor e
intérprete se dejó engolosinar por los dulces que la industrialización como
trampa le puso, a una música local que como la nuestra tiene que sacudirse y no
dejarse meter gato por liebre y dejar de pregonar arrogantemente, que somos más
que las otras músicas locales de Colombia. No dejemos que las casas disqueras y
las editoras, quienes no cumplen con su responsabilidad social frente a la
construcción de una masificación musical, en donde se limitaron a tener
artistas y creadores de obras para su catálogo, quienes luego de su inhumano
uso, los tiran como cualquier valija que no vale nada, continúen con esos
contratos que son avalados por agremiaciones como Sayco y Acinpro, en contravía
de sus agremiados que claman por un mejor vivir en concordancia con lo creado.
El creador vallenato
no está narrando, la verdad de lo que acontece en el escenario de la gran
provincia. Es un narrador panfletario que cayó aniquilado, por las burbujas del
amor y se pavonea con el éxito, creyéndose más de lo que en verdad es. Es bueno
y ante todo sano, que nuestro creador se ponga serio y encuentre en el
intérprete, a un verdadero cómplice de su narrativa y no al hombre arrogante,
que se cree estar por encima del creador. Tenemos que sacudirnos ante tantos
fantasmas que nos rodean. Es necesario tomarnos, por lo menos una vez al día,
una cucharadita de humildad para que esa labor que nos puso la vida, no se
desvirtué y termine como un mal recuerdo.
Por: *Félix Carrillo Hinojosa
sábado, 22 de junio de 2013
HA PARTIDO A LA ETERNIDAD LEANDRO, SIEMPRE LEANDRO
El maestro vallenato Leandro Díaz
falleció este 22 de junio de 2013, en Valledupar, víctima de una infección
renal, tenía 85 años. Según la prensa del Caribe, Díaz murió a la 1.30 de la
mañana en la Clínica del Cesar. El músico ingresó al centro médico con señales
de hipertensión, lo que le empeoró una insuficiencia renal, que padecía de
manera crónica.
Leandro Díaz a sus veinte años de
edad jamás había escuchado una canción. Lo hizo después de que abandonó el
corregimiento Lagunitas de la Sierra, Guajira, donde nació. Bajó de allí con la
complicidad de un primo, y así conoció el vallenato. Ese fue el nacimiento de
un juglar. Pese a que es ciego de nacimiento compuso más de 200 canciones, con
los versos que se ensamblaron en su memoria. Aprendió a tocar la guacharaca y
la dulzaina, y pasó de recibir propinas en la calle a convertirse en una
celebridad del folclor vallenato con una de sus canciones emblemáticas, Matilde
Lina. Hasta hace unos días, una diligencia sencilla le podía tomar hasta cuatro
horas por el asedió de sus fanáticos. A sus 83 años, el Festival de la Leyenda
Vallenata le hizo un homenaje a un hombre que no volverá a nacer, ni se
repetirá en su dinastía.
El juglar definió su llegada a la
música como un milagro, porque durante su adolescencia sólo conoció el canto de
los pájaros y el bramar del ganado. Pero su destino se lo dejó a una
premonición. Sin saber si acertaría, Leandro Díaz le obedeció a la voz que
escuchó en un sueño y que le dijo que ya había cumplido su ciclo en la Sierra.
Desde ese momento conoció las melodías musicales y la parranda, cambió la
lluvia como motivo de su inspiración por las mujeres. Aprendió a parrandear,
pero no fue bailador y cantó por primera vez en las orillas del río Tocaimo.
Además, se alejó de sus papás y sus más de doce hermanos, que lo discriminaron,
porque su condición lo convirtió en un inútil para las tareas de la finca donde
creció.
Leandro Díaz recibió de manos del
presidente Santos un reconocimiento en la inauguración del Festival Vallenato
2011.
La primera canción que compuso se
llama La loba ceniza y lo hizo con sus mejores herramientas: la concentración y
la memoria. Allí almacena todas sus letras, versos, composiciones y las voces
de las mujeres. Nunca olvida una. Sus canciones vallenatas favoritas son A mi
no me consuela nadie, de su autoría y El viejo Miguel de Adolfo Pacheco Anillo.
Desde hace ocho años, Leandro
Díaz sólo se vestía de blanco. No tuvo maestros, y no siempre fue vallenato. En
sus inicios también interpretó boleros, tangos y rancheras, de allí su canción
favorita Allá en el rancho grande. En ocasiones, estas interpretaciones no le
trajeron aplausos. La mamá de una vecina lo insultó porque creyó que trataba de
conquistar a su hija con las canciones mexicanas.
La canción A mi no me consuela
nadie fue una de sus favoritas.
Cuando aseguraba que “el ciego
poco se imagina” pareciera que mentía, porque sus letras dicen todo lo
contrario. Además, describía el acordeón como un aparato pequeño, con muchas
teclas o botones que se oprimen con los dedos. Pero el verdadero significado
que tuvo para él es que el instrumento es la vida de un pueblo.
El maestro, muchas veces
homenajeado, ya no madrugará más. Solía como todos los días hacer una oración,
desayunar café, jugo y arepa con carne y queso. Se ponía uno de sus seis pares
de zapatos blancos y no se soltaba del brazo de Ivo, el único de sus hijos que
heredó su talento y que prefiere decirle maestro que papá. En ocasiones
especiales se visten igual, y con el tiempo él se convirtió en sus oídos, en su
interlocutor, porque a Leandro los años le arrebataron de a poco su única
inspiración.
Por: KIENYKE
sábado, 15 de junio de 2013
EL DIA QUE JOE ARROYO LE CANTÓ A LA VIRGEN DEL CARMEN

Uno de los mejores álbumes en la historia de la
música vallenata es Tierra de Cantores, por varias razones. En primer lugar,
casi todos los temas incluidos se convirtieron en grandes éxitos. Como si fuera
poco, es quizás el único disco que contiene la primera versión de dos obras
ganadoras del concurso de la Canción Inédita del Festival de la Leyenda
Vallenata. Y no son de cualquier autor: La Profecía, de Julio Oñate Martínez,
ganadora en 1976 y Río Badillo, ese inmortal himno al amor del inmolado Octavio
Daza, triunfadora en 1978, año en que se grabó esta producción con la antigua
compañía CBS, hoy Sony Music.
También incluye, además de la canción que le da
título, de la autoría de Carlos Huertas, Dios no me deja, de Leandro Díaz, El Gallo Fino, de Edilberto Daza, No me
guardes Luto e Inmenso Amor, de Armando Zabaleta, La Querella, de Emiro Zuleta,
Emma González, de Poncho Zuleta, e Isabel Martínez, que aparece con el crédito
D.R.A. pero que es vox pópuli que la compuso Germán Serna, aunque muchos se la
han adjudicado fraudulentamente.
Pero la canción de ese elepé que se ha vuelto un
ícono popular es La Virgen del Carmen, preferida de los fieles de esta santa de
la Iglesia Católica. Hoy no habrá emisora, picó, bus, caseta, cantina,
corraleja, procesión o equipo de sonido casero en toda la Región Caribe, donde
no suene a todo volumen.
Lo que muchos ignoran, incluidos muchos locutores y
directores de emisoras de música vallenata, es el vínculo del maestro Joe
Arroyo con esta grabación, realizada a mediados de 1978 en los Estudios
Ingesón, de la carrera 22 entre calles sexta y séptima de Bogotá.
Estar vinculado a esa producción como mánager y
presentador del grupo de los Hermanos Zuleta, es uno de los mejores regalos que
me ha dado la vida, por muchas cosas que sucedieron, algunas de las cuales no
se pueden contar.
Para esa época ya se estilaba que los coros no los
grababan los coristas de base de los conjuntos sino que se invitaba a algún
cantante exitoso, casi siempre Juan Piña o su hermano Carlos, el saxofonista,
quien precisamente había aportado la primera voz en la anterior producción de
los Hermanos Zuleta, El Cóndor Legendario. Poncho y Emilianito me ordenaron que
llamara a alguno de los dos, que para entonces residían en Medellín y gozaban
de gran popularidad con su orquesta La Revelación.
Pero no fue posible contar con ellos porque estaban
de gira en Estados Unidos y no alcanzaban a llegar a tiempo para la grabación,
por lo cual se me ocurrió, sin consultarles a ellos ni a los directivos de la
disquera, llamar a Joe Arroyo, gracias a que Janeth Fuminaya, la esposa de Juan
Piña me consiguió su número telefónico.
Primero hablé con Adela, entonces esposa de Joe y
al rato él me estaba llamando. Fue muy cordial y acordamos que se le pagarían
veinte mil pesos, que serían pagados por nosotros, además de la tarifa de la
disquera, que para la época era de unos quinientos pesos por cada canal de voz
o de instrumento que se grababa, lo cual sumaría cinco mil quinientos pesos por
los once temas del disco.
Le situé el tiquete en Medellín y esa misma noche
Joe estaba en Bogotá. Su porte imponente, sus pintas coloridas, su caminar
brioso y su afro perfectamente redondeado con el trinche que guardaba en el
bolsillo trasero del pantalón, despertaban curiosidad por donde pasaba, en la
aún friolenta capital colombiana.
La única habitación del Hotel Niágara, al que
llamábamos “Hotel Salchiyuca”, porque todos los días servían lo mismo al
desayuno, donde estábamos alojados, que tenía una cama disponible era del
maestro Armando Zabaleta, quien había viajado invitado por la disquera, al
igual que Octavio Daza. Allí ubiqué a Joe pero después tuve que llevarlo a otra
porque al maestro Zabaleta no le cuadraba mucho que el cantante llegara tan
tarde, ya que después de las sesiones de grabación se iba de juerga con El
Pantera García, el trombonista que había sido su compañero en la orquesta de
Fruko y sus Tesos, y con otros músicos de la capital.
El disgusto. Cuando Poncho y Emilianito se
enteraron de la presencia de Joe en Bogotá para grabar con nosotros, no
ocultaron su disgusto, mejor dicho, me regañaron por esa arbitrariedad que yo
había cometido.
“¿Cómo se te ocurre llamar a ese hombre. Está bien
que es cipote cantante pero de salsa, Juanka. Se te olvidó que lo que nosotros
hacemos es vallenato… va-lle-na-to, entendiste? Tú verás cómo haces pero ese
tipo no va a grabar con nosotros, búscate otra primera voz”.
Tuve que recurrir a los buenos oficios de José
Sánchez, ingeniero de sonido, Armando Hernández y Jairo Negrete, coristas de
base del conjunto y a otros compañeros para convencer a los hermanos Zuleta. Al
fin lo aceptaron y el resultado lo conoce y lo disfruta hoy el público: ese
sabor único y especial, inevitablemente impregnado de cadencias salseras, en
perfecta armonía con la segunda voz de Armando Hernández, veterano exintegrante
de Los Corraleros de Majagual.
Al terminar, Poncho y Emiliano fueron los primeros
en felicitar a Joe por el trabajo realizado y reconocieron que yo había
acertado al llamarlo.Ese coro de Río Badillo con las ‘oes’ prologadas: “Si
algún día peleamoooos por algún motivooooo”, o la síncopa presente en Isabel
Martínez: “si te pregun…tan por la rutina, diles que esas son co…sas de Chi…che
Guerraaaaa” le dieron un toque singular a esa producción. Pero indudablemente
el que más se cantará este fin de semana es el coro del merengue de Emilianito,
La Virgen del Carmen: “Porque esa virgen divina para mi familia sí representa /
el cariño más puro para mi mujer y pa’ toa mi raza”.
Hora de reconocimientos. Otro hecho curioso, que
justifica el desconocimiento de este episodio por parte de la mayoría del
público, es que lamentablemente no pudimos poner su nombre en los créditos de
la contra carátula, debido a que el contrato de exclusividad que lo ataba a
Discos Fuentes no le permitía figurar en grabaciones de otras disqueras. Por
ello solo aparecen Armando Hernández y Jairo Negrete. Yo, curiosamente,
aparezco como Director Escénico, cargo que no existía ni existe en los
conjuntos vallenatos.
De todas maneras, no es nada raro que Joe cantara
bien el vallenato. A los 15 años, cuando aún se le conocía como Álvaro José Arroyo
González, el maestro Rubén Darío Salcedo
le dio su primera oportunidad cantando este género con su conjunto en
Sincelejo, antes de ponerlo a cantar música tropical o salsa. Algo que la
excesiva ficción de la telenovela sobre su vida, impidió que se le contara al
público televidente. Pero no es lo único que el maestro, que hoy se debate
entre la vida y la muerte, ha hecho acompañado de un acordeón.
Hace algunos años grabó con Emilianito Zuleta el
merengue Yo soy el Folclor, de la autoría de Luís Cujia, obra ganadora del
concurso de la Canción
Inédita en el festival de 1998 en Valledupar.
Estoy seguro de que miles de seguidores de Joe
Arroyo van a prenderle una vela a la Virgen del Carmen, cantarán el merengue de
los hermanos Zuleta y le orarán para
implorarle que le devuelva la salud y la vitalidad. Yo, tengo un paquete listo.
Por Juan Carlos Rueda
Especial para EL HERALDO.
LA IX BATALLA DE SILVESTRE DANGÓND Y ROLANDO OCHOA
Desde el martes 11 Junio en horas de la tarde
Cacica Stereo y Rancheriastereo virtual nos presentaron el trabajo musical “La Novena Batalla” de
Silvestre Dangond y Rolando Ochoa, una producción que bien vale la pena
escuchar, analizar y comentar, toda vez que esta es la agrupación vallenata
contemporánea que encabeza los listados de preferencia en la nación.
Lo primero que debemos resaltar es que ha sido
excelente la campaña promocional de expectativa por ese trabajo, estuve en la
firma de autógrafos en el centro comercial Gran Estación de Bogotá y quedé
impresionado por la acogida que tiene Silvestre en la capital, fue realmente
impresionante el acto, como estoy seguro será el viernes en el parque La
Leyenda de Valledupar, lo cual demuestra Silvestre es el artista de todos los
géneros con mayor acogida en el País.
La novena batalla es un trabajo muy bien logrado,
tiene música para todos los gustos, inclusive Silvestre logró complacer hasta a
quienes pedimos a grito rescatar el vallenato clásico, para ello incluyó La
Cosa Sabrosa de Lorenzo Morales y La Varita de San José de Juancho Polo
Valencia, pero sin duda el vallenato predominante en el CD es el bailable y con
sabrosura, allí encontramos: Los tengo de payasos y La Ciquitrilla ambas de
Rolando Ochoa y por supuesto las dos clásicas ya mencionadas, para los amantes
de la nueva ola grabaron: Lo ajeno se respeta de Eduardo Fonseca, La traga Loca
de Omar Geles y Loco Paranoico de Luis Egurrola; la representación del
vallenato romántico la tienen canciones como: Un amor verdadero de Wilfran
Castillo, Culpa de los dos de “Tico” Mercado, En este Sitio de Rafael Manjarres
y Mi mundo e cartón de Fabian Corrales.
Ahora, si me preguntan cuáles son las cuatro
mejores canciones del CD para mi gusto, les tengo: La difunta, Un amor
verdadero, En este sitio y mi mundo e cartón, y algo que también debemos
abonarle a Silvestre es que le haya grabado a compositores como: Romualdo
Brito, Luis Egurrola, Rafael Manjarres y Fabián Corrales, ojalá también
pensaran en Rosendo Romero, Sergio Moya Molina, Fernando Meneses, Santander
Durán Escalona, entre otros.
Lo que no me gustó del CD es que en él no se haya
incluido ningún aire distinto al paseo y que en apartes de algunas canciones
Silvestre haya impostado la voz de manera jocosa, eso para algunos puede ser
gracioso y refrescante, pero para muchos le resta seriedad al trabajo.
*Por: Jorge
Nain Ruíz/El Pilón
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